Tuesday, July 05, 2016

Cachetitos BBQ

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Yo ya no creía en el amor. pensé que viviría y moría solo como el sucio inadaptado que siempre he sido. del trabajo a la casa y de regreso, así todos los días. moría la muerte lenta en perpetua soledad, incapaz de hacer algo al respecto. con el brazo jodido y los genitales en ruinas, contemplaba con desprecio a la gente mucho más fea y tonta que yo darse besos día y noche. una verdadera tragedia y, resignado, suponía que así seguirían las cosas... hasta que un día aparentemente ordinario, los muchachos de la oficina, quienes normalmente no me dirigían la palabra, me invitaron a aprovechar la promoción de ese día en uno de los miles de restaurantes gringos de la zona. "qué más da" les respondí con los ojos hinchados y la voz entrecortada, con antojo de confirmar mis sospechas sobre la crueldad de la cochina humanidad. Para mi sorpresa, a las 6 en punto, ahí estaban los compañeros de oficina, bebiendo, diciendo tonterías, entregando insulsa repetitiva comedia, el mismo chiste una y otra y otra y otra... La promoción del día eran costillitas BBQ. "Qué rico" dije sinceramente a la mesera que me veía con total indiferencia. tenía años que no comía costillitas y le entré con furia. la carne, huesos, salsa y elote volaron por todo el lugar y, en un parpadeo, acabé bañado en salsa BBQ. pintando de rojo con los ojos cerrados, en éxtasis, sintiendo plenitud pura emerger de mi centro, suspiré ruidosamente al abrir poco a poco mis ojos, sintiendo como si despertara de increíble sueño, cariñosamente depositado en la realidad. ya de regreso por completo vi, a unas mesas frente a mí, a una gordita preciosa viéndome, sonriendo con ternura, con sus cachetitos cubiertos en BBQ. nos quedamos viendo unos segundos, rodeados de gente que bien podría no haber estado ahí. me convencí a mí mismo de intentarlo una vez más, pero antes de que pudiera ir a hablarle, se fue. por suerte, ella era tan fanática de las promociones como yo y nos reencontramos días después en otro restaurante, aprovechando la promoción de cerveza. empezamos a hablar mientras esperábamos a que se desocupara el baño. hablamos toda esa tarde y la siguiente y nos dimos cuenta que éramos más que almas gemelas, teníamos tantas cosas en común que hasta sospechamos éramos objetos de una broma pesada, pero decidimos al final que no importaba porque hasta nos parecíamos físicamente, justo lo que buscábamos. a ella como a mí le gustaba comer, beber y echarse. estábamos hechos el uno para el otro. así, corrió el tiempo, en absoluta armonía, sin peleas ni disgustos, vivimos cinco años de noviazgo, yendo a promociones, perdidos en la pereza, bajando por la felicidad automática, semi conscientes y absolutamente ordinarios. un día nos casamos porque su mamá no dejaba de joder, tuvimos un niño, luego otro y todo se fue a la mierda. ella se volvió un monstruo de ruido y ansia. pedía y pedía sin saber que quería. yo me amargaba cada vez más, cansado de todo. gracias a dios, llevándose a los malcriados pozos sin fondo, me dejó por otro. para celebrar fui por costillas, esa vez comí con mucho cuidado y con mil toallitas húmedas a la mano.

Buenos Días, Licenciado

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El licenciado me mandó llamar. "Archundia" me dijo sin aprenderse todavía mi nombre, "buenos días, licenciado" yo le dije nervioso. la oficina del licenciado era siempre escenario de regaño y humillación, nunca, pero nunca de los nuncas de halago o felicitación, ahí no existían las buenas noticias. "Archundia" volvió a decir con las manos juntas sobre el escritorio, elevando la vista para dejarla caer sobre mí y sentí esas pupilas súper negras, como potentes dedos alrededor de mi frágil cuello. Me vio fijamente, en silencio, lo que pareció un millón de años hasta que de repente se separaron esos marchitos labios color gris y dijo "ha llegado a mi atención..." hizo una cara de absoluto asco y apretó la mirada "que no se cambia usted de ropa". yo esperaba a que llegara este momento desde hace meses que fui a la tienda departamental a comprar ropa nueva para el trabajo. odio ir de compras y, queriendo acabar la antes posible, con el primer pantalón, camisa y saco que me quedaban particularmente coquetos, se me ocurrió la idea de comprar cinco iguales de todos. "genial" dije riendo como idiota mientras pagaba, me parecía muy chistoso que la gente de la oficina pensara que me visto igual todos los días, no podía esperar a que alguien dijera algo. ahora, de regreso frente al licenciado, "pero..." fue todo lo que pude decir, decepcionado de que la culminación de mi chiste no era para nada como me la imaginé y antes de que pudiera explicar, el patrón, con la cara tan roja que jodía con la teoría del color que me enseñaron en el kinder y tan llena de venas que por lo menos me llevé de todo ese funesto asunto una lección en anatomía, señaló la puerta con su decrépito dedo maloliente y gritó "está despido... lo quiero fuera... ahora ¡ahora! ¡ahora! ¡ahora!" y así continuó mientras yo, con cara de sorpresa, retrocedí lentamente, saliendo de la oficina. "buenos días, licenciado" dije al cerrar la puerta.