Monday, September 23, 2013

responsabilidades

24

estaba echado viendo el techo, con un brazo atrás de la cabeza, con la mano libre hurgando el ombligo, tarareando una tonada, sintiendo el placer de la pereza. lupe entró atareada y desaliñada, con cubeta y trapeador, con los ojos de quien regresa de una batalla desastrosa, acababa de limpiar mi baño. le quedaba quehacer que hacer y yo no la dejaba. "cochino flojo, hijo de puta" susurró al verme con los ojos en blanco y con espuma saliendo de mi boca, poseído por la ricura que danzaba libre por mi cuerpo joven y sano. regresé del trance y la vi parada en el umbral. "lupe!" le grité, "yo lo único que quiero..." y desvié la mirada hacia la nada para darle a mis palabras un aire de inspiración "es verme libre de toda responsabilidad". lupe me vio con asco, tanto trabajo que le costaba sobrevivir, encaraba a la muerte todos los días, y yo despilfarrando vida como si fuera inmortal o algo. al demonio todo.

uno no puede escapar de las responsabilidades, se tiene que ser rico o un vago o eso sospecho porque nunca he sido ninguno de los dos, pero maldita la vida si no voy a intentarlo hasta el final. yo soy clase media y estoy condenado a trabajar, nunca seré rico y siempre en peligro de ser pobre. somos el nuevo proletariado decía mi compañero de trabajo bejamin mendoza gutierrez. se sentaba en el cubículo de a lado y todo el santo día se la pasaba quejándose, murmurando "no hay escape, no hay salvación". se asomaba a mi cubículo mientras yo, concentrado, aparentaba estar ocupado. me decía, con sólo sus ojos hinchados a la vista, "es el principio del fin... el futuro es un lugar aterrador". bejamin lloraba y mojaba su corbata de perritos y la gente lo veía con café en la mano, nadie sentía nada, estamos muertos por dentro, pobre bejamin. yo no fui hecho para ser el protagonista de un cuento apocalíptico, sé que los actores de esta obra no tienen noción de que les estaba pasando, es intentar ver el aire, somos quien sabe que generación de gusanos en un cuerpo descomponiéndose, los poderes que nos rigen se han estado gestado desde que un simio reconoció que podía intimidar y manipular a otro para que trabaje por él. no, yo sé que cada día la explotación se refina, mejora y se le adelanta a cualquier esfuerzo humanista. el ser humano, o muchos de ellos, por lo menos, es una criatura despreciable. a mí sólo me interesa evitar mis responsabilidades, viendo, acomodado en mi clase, con una mueca de reconocida impotencia, el transcurso del tiempo, esperando, optimista, conocedor del modus operandi de la historia, que un día pase algo que mi limitada imaginación no me permite ni empezar a imaginar. al demonio conmigo.

bejamín se tiró de la azotea y manchó el pavimento frente a la entrada del corporativo. lo vi ahí tirado con la cabeza abierta y el cuerpo como de un muñeco, con expresión de por fin haber eyaculado después de toda una vida de masturbación. levanté un ceja, algo olvidado me decía que esto ameritaba una reacción, pero era hora del lunch y no había tiempo que perder. evité a mi excompañero y caminé presuroso. se iban a llenar las tortas doña marta y para que quieren. como todos los días, fui el primero en llegar. "doña marta!" le grité con los ojos desorbitados, sudado, con la corbata y el cabello desarreglados, "doña marta!" volví a gritar esta vez más fuerte, pegando con los puños sobre el mostrador, con los ojos cerrados, agitando la cabeza, mojando a doña marta y a su hijo hernando con mi sudor tóxico. "déme... quiero" dije inmóvil, respirando con trabajo, mi corazón palpitaba fuera de control, en mi mirada la seria amenaza de violencia sangrienta, poseído por el hambre. me senté a comer yo solo porque no tolero a nadie. una compañera de trabajo me vio y se acercó. "hola" me dijo parada junto a mí, esperando a que la invitara a sentar. "no" le dije, ella era de esas que creía sus derechos imaginarios se anteponen hasta a las leyes de la física. se sentó de todas maneras. "tú conocías a bejamin, no?" odio el conflicto y, en lugar de escupirle en la cara, le dije "algo" sin dejar de comer y viendo la mesa. empezó a hablar sobre la imagen de la compañía y que se veía mal que la gente se andara suicidando y por eso le habían encargado evitar futuros suicidios. yo, distraído, reflexionaba sobre que muchos futuros en la ciencia ficción eran atroces y le decía ok ok ok para que se callara y me dejara tranquilo. la soledad es, como cualquier conducta anormal, sinónimo de locura y que te tachen de loco es muy peligroso, rechazo indeseable, destino oscuro y sí, tal vez estaba loco, pero me gustaba, aún cuando no había consultado a ningún especialista de la mente, mantener el defecto en secreto, así que no tenía de otra, tenía que cooperar. me dijo que no estaba bien que comiera solo todos los días, que la ayudara a hacer una campaña para prevenir suicidios, que quería darme... responsabilidades. "oh no" susurré, alarmado. en mi cabeza sonaba un ruido estridente y parpadeaba una luz roja. una rápida revisión a mi arsenal de excusas, nada de suerte. tenía que aceptar o llamaría la atención de los monstruos distraídos a mi alrededor. "ok" le dije, me sonrió, se fue y mojé mi torta con mis lagrimas. al demonio con la suerte.

en mi monitor, el lunes siguiente, había un post it que decía "piso 10". tomé mi calendario de quesos, le hice una caricia a una pared del cubiculo que tanto me vio perder el tiempo, me di la vuelta con un movimiento rápido y salí para nunca regresar, el curita hay que arrancarlo de una. tomé el elevador. ahí me encontré a fermin, un viejo amigo de la primaria. "fermin" le dije "fallé, me han atrapado". fermin me tomó de los brazos y me dijo, viéndome con lastima "fuerza, hombre, mucha fuerza, me escuchas? nunca te rindas, nunca, está bien? fuerza y animo... fuerza y animo, maldita sea!" bajé la cabeza y lloré amargas lagrimas, el me estrechó y acarició mi cabello, tratando inútilmente de consolarme, le manché la camisa de moco y lagrima. sonó un pip y ahí estaba, el piso 10. un piso oscuro y vacío. no había nada más en ese lugar que una mesa con una computadora y dos sillas. sobre la mesa caía el único astro de luz. miré y de inmediato, como es mi costumbre, estudié el lugar, forcé mi imaginación para idear una forma de escape, bejamin tenía razón después de todo. de un lado estaba ella, la responsable de mi recién adquirida desgracia, la miré y la cara se me coloreó, mi corazón se aceleró, tanto odio me causó una erección. me acerqué y pretendí no saber hacer nada, pero de todas maneras ella me daba tareas, me decía contenta "tenemos que hacer presentaciones" y yo la miraba cansado, suplicándole, creyendo con ingenuidad infinita que había algo de humano allá adentro, creyendo con una estupidez interminable que todo lo que califica como persona puede ser conmovido, que es obligatorio poseer aunque sea tantita misericordia, pero no, estaba terriblemente equivocado, dentro de ese cráneo no había nada más que imparable y absurdo deseo por trabajar. la miraba todos los días, la miraba hablar y nunca callarse. hablaba sobre posibles ridículas campañas para la prevenir el suicidio y mientras más hablaba más ganas me daban de acabarlo todo. al demonio con ella.

miré a la ciudad extenderse hasta más allá del horizonte, entre aire gris y ruido. escuché el rugido de la civilización, el llanto lastimero en forma de claxón y motor, el grito horrorizado y enloquecido por la deformidad abominable y la desesperación por la esclavitud voluntaria, el auto resentimiento de seguir participando en la humillación de la burla, por la perdida de la dignidad en el nombre de la comodidad, la renuncia al respeto natural programado cuando se adquiere conciencia de uno mismo, la tragedia inmemorial de la sociedad descompuesta. el viento movió mi saco, mi corbata y mi cabello. tomó una lagrima y la lanzó de regreso a la totalidad. miré hacia abajo, el vértigo me causó placer, me concentré en la distancia, en el pavimento, en la caída. llegué a un estado alterado y la supervivencia empezó a contraargumentar que hay todavía mil platillos de opciones en el bufete gigantesco que es la vida, sólo hace falta tantita voluntad. la cobardía se alió con mi ganas de vivir, la curiosidad apareció también, ¿qué hay de mañana? ¿qué del futuro? el mundo podría acabarse el próximo jueves y en lugar de morir solo podría morir con el planeta, con el montón de hijos de perra que ganan y que lo han sacrificado todo por llegar a la cima, con la gente feliz y adaptada, moriría con ellos y el final, en lugar de ser patético e insignificante, podría ser gracioso e irónico. "sí" me dije a mí mismo, "siempre existe la posibilidad de que algo del espacio se lo lleve todo" di un paso para atrás "sí" y estaba a punto de generar mejor humor cuando me llegó un mensaje de la mujer, su última idea para la prevención del suicidio, la más idiota hasta entonces, la que requería más trabajo también, la que se desbordaba en responsabilidad. hice un gestó de repele absoluto, "no" le dije a mi celular y salté al vacío, salté a la renuncia de la dinámica y me sentí libre por primera vez, la única verdadera libertad es el suicidio. caí y caí y mientras caía vi la mancha de bejamin y traté de evitarla por respeto a su protesta. le pegué al suelo y llené la entrada de tripas y sangre. la gente vio mi cadáver con la mano en la cintura, quejándose por las molestias que les causaba el contenido de mi cuerpo, comentando entre ellos cosas sin importancia. el fin de todo... al demonio con la vida.

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