Wednesday, March 20, 2013

vorágine

17

"enzooooo!" gritó don luciano con un pie dentro de mi pequeña choza perdida en el desierto. se le fueron los ojos para atrás y cayó muerto. lo miramos mi perro Sampudio y yo, hice la señal de la cruz y, antes de darles de comer a los gusanos, revisé sus bolsillos. "un contrato" suspiré, sorprendido, volteé a ver a Sampudio y seguí buscando entré su ropa; encontré un peine, una bolsita llena de muelas y la foto de una samoana. lo enterré junto a mi madre en el cementerio que es mi patio trasero, limpié con el antebrazo el sudor de mi frente y "está hecho" le dije a nadie en particular, Sampudio, viendome con desprecio, me dijo "eres un estúpido". me trepé a mi caballo, tenía una misión que cumplir. era el futuro cercano, un domingo en la tarde o un lunes, tal vez, perdí mi calendario. había tomado mucha agua y ya en el pueblo más cercano desmonté con un salto afeminado y meé en medio de la calle aplacando el polvo. el sol brillaba y sus rayos eran cuchillos de fuego aventados desde el espacio, yo tenía los cachetes quemados, los labios resecos y el calor me hacía pensar en el infierno, "un día" dije recargado en mi brazo, tirado en el suelo y una caricia para la tierra. la sed era terrible, terrible, terrible y la tripa gruñía como una bestia endemoniada. por suerte, en un café cercano comí un club sandwich y tomé agua de horchata. de regreso en la calle una anciana en chal, que paseaba por ahí despreocupada, se acercó a mí, levantó la cara y se me quedó viendo, inexpresiva. "que quiere" le pregunté asqueado, me pidió entonces direcciones "on ta... on ta" preguntó dando vueltas, sacando la lengua, moviéndola de arriba a abajo, llenando su sucia cara con saliva "on ta..." decía aquella mugrosa con los ojos girando fuera de control, agitando sus brazos, dando pequeños brincos. le disparé en la cara, toqué mi sombrero en señal de hasta luego y seguí mi camino.

un espíritu me perseguía, es una gaje del oficio de matón, a veces te persiguen las almas de los muertos y sólo tienes que lidiar, tienes que verlos a sus ojos transparentes y decirles "no!". muchos hacen caso, muchos otros te siguen hasta que se aburren, este fantasma en particular era un testarudo hijo de puta, había que ir con el sacerdote a que se encargara, a que me lo quitara de encima. llegué a la inglesia del pueblo, "padre" le dije, cayendo de rodillas, juntando las manos, bajando la cabeza, haciéndome el creyente, rebajándome un ratito. el viejo parroco, calvo y chimuelo, hizo show y el fantasma, cansado de tanta ridiculez, desapareció. no había tiempo que perder, le acomodé un puñetazo al anciano sacristán en forma de pago, tenía una reputación que cuidar, y toqué mi sombrero, una vez cómodo en mi caballo, y fui por información con el chismoso rodriguez. "chismoso" le dije con un palillo en la boca "estoy buscando a éste" y le enseñé el contrato, un tipo flaco y ojerudo. "40 peso" dijo el chismoso "40?!... tienes que estar bromeado" y lo agarré a golpes. todo deforme, sin un diente y un ojo inservible, me dijo lo que quería saber, "muchas gracias" le dije y le escupí en la frente. el chismoso rodriguez se quedo tirado llorando, yo me interné en el desierto. el pueblo se fue haciendo pequeño hasta sólo ser una figura amorfa en el horizonte lleno de espejismos, el aire bailaba al son del calor. en mis largos viajes por la aridez me entretenía quejándome de todo, que del sol, que de la arena, que mi vida era un completo desperdicio y que no había futuro para un tipo como yo. "voy a morir en la miseria" le dije al sol quien no quiso saber nada de mí y siguió bajando hasta desaparecer, "si tú no me quieres, tampoco te quiero yo a ti" le dije al recuerdo borroso de una que me servía para sentirme todavía humano.

llegué al pueblo donde se encontraba el desafortunado que don luciano quería muerto. estaba sentando en una cantina vacía, veía la nada, jugando con un vaso vacío, hablaba solo, hablaba en italiano, hablaba y hablaba sin parar un segundo. su tono era lento y monotono. yo no le quería dar oportunidad ni siquiera de saber que le esperaba y me paré muy callado detrás de él con el sol de la tarde entrando por la ventana, iluminando magnificamente el lugar. las calles del pueblo silenciosas, no se veía a nadie esa pacifica tarde. le apunté justo donde una vez estuvo su mollera, no era la primera vez que mandaba así al infierno, es mi estilo, es mi firma. concentrado puse tantita lengua sobre el labio superior, cerré un ojo, apuntando, estaba listo para jalar el gatillo, pero el cantinero, un tipo con bigote y panzón, de unos 40 años, gritó "oh madre santa, oh dios mio". mi presa volteó alarmada, vio frente a él mi revolver dispuesto y toda mi intención de arruinarle a su familia las próximas navidades. el cantinero se meó los pantalones a ver mis ojos rojos, me había vuelto loco de ira, saqué mi otro revolver y lo hice pedazos, sangre y tripas pintaron la barra. satisfecho, toqué mi sombrero. mi presa ya estaba de pie con cara de susto, "arrivederci" dijo, saltó por la ventana, se trepó a su caballo y salió disparado. "ay no" dije, haciendo berrinche, pero se me pasó de inmediato, emocionado por la persecución, me encantan. me subí los pantalones que se me caían por quedarme grandes, no tengo la paciencia para el probador, y salí tras de él. eric, un tipo güero con una guitarra, sentando en una banca fuera del bar, me vio alejarme, me vio acercarme raudo al acoso, cantando con su voz rasposa lleno de genuino sentimiento, pegándole, llevando el ritmo, al suelo con la planta del pie. cerró los ojos al acelerar el ritmo, musicalizando a mi caballo en dos patas y a mí, agitando mi sombrero en el aire, emocionado con medio sol de fondo. "yeeeee!" grité con la cara deformada por mi sonrisa anormalmente extensa y los ojos faros de alegría, perdido en la vorágine.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

歩哨

5:27 PM  

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