Tuesday, January 21, 2014

Grupo de control

28

Tomás estaba echado en su cama con el dedo en la nariz. el dedo se movía a una velocidad impresionante y la mirada ausente parecía la de un animal, como la de una vaca o la de una oveja, si alguien hubiera entrado en ese momento al grande y etéreamente iluminado cuarto aquella preciosa tarde de abril, no hubiera tenido problema en matarlo y comérselo al verlo ahí con la barriga de fuera, perdido el embrutecimiento de la exploración nasal, recordatorio de donde vienen los deliciosos bistecs que comemos sin piedad todos los días. de un segundo a otro, el dedo de Tomás no estaba más en la fosa y, en un glitch de la realidad, apareció frente a los cachetes y la papada, coronado por un moco enorme gris con verde y puntos rojos aquí y allá. Tomás se le quedó viendo un segundo, con gesto de absoluto desconcierto, a punto de entender al universo, el plan natural, y darse cuenta que todo está unido, que todos compatimos el mismo espítu y todas esas cosas que sólo lo ponen a uno contento un segundo para luego ser eclipsado por los problemas mundanos sin importancia, pero Tomás no llegó a enterarse de nada porque la sirvienta conchita gritó al pie de las escaleras "a comer! niño Tomás, a comer!". en los ojos de Tomás apareció un destello de alegría y en la boca una mueca de idiota emoción. el moco fue a parar entre la cama y la pared y Tomás se paró de su salto sorprendentemente ágil y salió corriendo a comerse una mediocre milanesa.

Tomás estaba con su novia marisa paseando por el centro comercial. Marisa hablaba y hablaba sobre alguna amiga que Tomás conocía, pero sería incapaz de reconocer, "mi amiga petra es una hija de puta, a veces me dan ganas de matarla" decía marisa una y otra vez. Tomás no ponía atención, estaba pensando en las tetas gordas, rebotando, de quien le dejaría hacerle porquerías dentro de poco, cada vez más poco, oh ansiando momento, oh preciado instante! pensaba en su trasero ancho y en su sexo oloroso y sudando. marisa creía, como un creyente casual y despreocupado cree en dios, en el amor, le habían lavado el cerebro más de la cuenta y ahora estaba destinada a una vida de insatisfacción emocional si corría con la buena suerte de nunca encontrar a algún monstruo que disfruta de mentirles a las ilusas, consumiendoles el alma. Tomás, como su mamá le había enseñado en la niñez, se esforzó en pensar en otra cosa para no impacientarse y así entretenerse en lo que la calentura juvenil de marisa llegaba. se puso a pensar, muy de pasada y nada analíticamente, sobre su vida. a Tomás no le importaba nada en realidad, sólo muy instintivamente él mismo. la vida de Tomás, qué cosa más rara, todo hedonismo, todo ocio, todo espera, todo inmediata intranscendental satisfacción de caprichos insulsos. Tomás pensaba lo anterior, viéndo a marisa comer un helado de frambuesa sin dejar de hablar, pequeñas salpicaduras de helado le caían a Tomás en la cara y en la ropa. la angustia existencial paseaba su dedo sobre el timbre de la puerta de la conciencia cuando marisa tomó a Tomás del pene, hizo "mmm" y pasó su lengua mojando sus delgados y malpintados labios. "sexo, Tomás, sexo" Tomás obviamente olvidó todos esos anteriores lunares sospechosos en la cara de su alma y salió corriendo con marisa a su cuarto.

Tomás estaba tomando con sus amigos, escuchando música brasileña. "qué curioso" pensó el más despierto de ellos, por qué no estaban escuchando los éxitos del momento, quien sabe, qué pereza todo. Tomás estaba terminando de un trago cubas libres, esperando al más vanidoso de su grupo, echado en un sillón de la sala típicamente clase media de alguno que qué importaba. ya un poco borracho veía una pintura que la mamá de uno de sus anónimos compañeros de alienación había comprado sólo porque sí. la pintura era de una cueva iluminada en su interior y gente saliendo de ella. terminó a quien esperaban y fueron, sin pensarlo dos veces, a un lugar con alcohol caro donde hace mucho calor y está lleno de gente igual, fueron al club a ver si podían conseguir una mujer o yo que sé. los amigos caminaron con pompa y circunstancia por la calle, con la esperanza brillando en los ojos de que esa podía ser una noche especial, a esperar en el frío a que alguno con poquito poder que no acabó la primaria les diera la oportunidad de entrar a gastar. entraron por fin y bailaron y tomaron y se emborracharon hasta que ya no sabían que era que. el amigo con problemas de alcohol de Tomás se le acercó y empezó a preguntarle que si esto era todo, si no había nada más, si de esto se trataba la vida, conseguir dinero, gastar dinero, conseguir dinero y gastarlo hasta que se acababa todo? "ese es el chiste de la vida, Tomás?" gritó el amigo en llanto, jalando el cuello de la camisa de Tomás. Tomás se vio a él mismo en la desesperación de los ojos de quien conocía desde el kindergarden y quiso simpatizar y unírsele y llorar juntos su falta de imaginación, pero fue interrumpido por el coro de todos en el lugar "malacopa! malacopa!" gritaba cada uno de los los presentes y Tomás, a punto de disculparse, pero sin lograrlo, se les unió. el amigo borracho cayó vencido hasta que llegó alguien a darle más alcohol y decirle que no los hiciera pasar vergüenzas.

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