Wednesday, March 02, 2011

Impotente ante la muerte

fumaba un cigarrillo acostado en mi cama, oyendo rimas y ritmos magistrales. no me acordaba cuando fue la ultima vez que salí de mi pequeño y sucio cuarto sin ventanas así que tomé la decisión, cuando se acabó la última canción del disco, de dar una vuelta. me puse mis zapatos, mi chamarra, suspiré y salí a caminar. mientras caminaba, pensaba en como nunca pasaba nada nunca, mi vida tenía la vista de un carrusel, "que mierda" dije al entrar al bar que frecuentaba. el bar estaba vacío, sólo vi a Rodriga, una amiga que trabajaba en el bar, sentada a en una mesa pegada a la pared opuesta a la barra, llorando duro. sobre la mesa un pequeño vaso y una enorme botella, paraba el llanto sólo para tomar un trago. "qué pasa Rodriga?" le pregunté, acercándome, movido por la compasión, extrañado porque Rodriga era la persona más alegre que conozco. ella me había aguantado, de buen humor, alguna vez veces hasta participando, incontables discursos borrachos, éramos grandes amigos. levantó la cara llena de lágrimas y mocos y, no imaginándome lo que seguía, gritó "Alberto está muerto!", se sirvió un trago, se lo tomó y escondió la cara entre sus brazos. Alberto era su novio, yo no lo conocí, pero sí había escuchado mucho de él. trabajaba de noche y dormía de día, era velador de una fábrica de galletas, por lo que me había contado Rodriga, parecía un buen sujeto. fui a la barra, tomé un vaso y le hice compañía. "qué le pasó?" le pregunté después de tomarme un trago, su veneno de elección era whisky barato. sin limpiarse la cara me contó, entre llanto y pausas de tomado, que lo habían atropellado saliendo del cine, lo habían dejado irreconocible. yo me creía un tipo muy duro y con corazón de piedra, pero ver así a alguien que te importa es muy difícil. yo, aunque escribo mucho al respecto, soy un extraño a la muerte. nadie que me importe se ha muerto por lo que no supe que decir, supuse que lo mejor era quedarme callado, acompañarla mientras tomaba las penas para afuera. muy pocas veces en mi vida me he quedado sin hablas, ésta fue una que no voy a olvidar. tampoco estaba acostumbrado a tratar temas tan serios como la muerte de un ser querido, nunca me había sentido tanto como el simple payaso sin maquillaje que soy, no la persona más profunda del mundo ni la más sabia, no competente para el consuelo, no apto para las palabras de aliento. "qué hacer? qué sigue?" me pregunté en el fuero interno, viendo con cara de tristeza a la pobre Rodriga deshaciéndose frente a mí, me sentía un completo inútil, me daba pena alguna vez haberme pensado ingenioso. no podía imaginarme lo que haría si alguien que quisiera tanto como ella a él se muriera de repente, como tomaría la noticia. la idea de que el mundo seguía girando, de que había gente contenta, me torturaría, pero era imposible, ni con la imaginación más poderosa podría decirlo. y ahi seguimos los dos, una mujer, joven y linda, llorando amargamente, y yo callado, ahora viendo hacia adelante, tomando de cuando en cuando traguitos del vaso con whiskey, queriendo decir algo, pero el miedo de decir alguna idiotez irreparable me lo impedía. con los ojos hacia adelante, oyendo, como en trance, los gritos inconsolables de una de mis pocas amigas, vi, en la oscuridad junto a la barra, a la muerte que me miraba, escondida, y reconocí su seriedad, lo definitiva, lo intransigente, lo injusta que es y su brutal efectividad a la hora de desgarrar. "está muerto" no dejaba de sonar en mis oídos. "la muerte" susurré, viéndola, inmóvil, todos los problemas de la vida se volvieron nimiedades. "mierda" susurré con el corazón retorciéndose. la muerte no dejaba de mirarme, una sensación horrible crecía en mi estomago. de pronto, se empezó a acercar, mi corazón latió a mil por hora. mi boca se secó, mis manos se mojaron, me dolían los ojos de los abiertos que tenía, mi cerebro colapsaba. sacaba pequeños "ah's", incapaz de mover mi cuerpo, ella seguía con la cabeza sobre los brazos. la muerte venía hacia mí y yo no podía hacer nada. completamente impotente, impotente ante la muerte.

A JUANI

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