Monday, December 27, 2010

el hombre que olía a cola

mi madre, en su juventud, era medio perdida. le gustaban la fiesta, la droga y el rock n roll. no es secreto que amó a más de un hombre, yo no tengo problema con esto, no, señor. con lo que sí tengo problema es con lo que pasó una noche de verano hace veintitantos años. mi madre, como era su costumbre, fue a una fiesta con sus amigas igual de perdidas que ella. bailaron, tomaron, rieron y todo parecía igual a las incontables noches de locura juvenil bajo droga. ya acabándose la fiesta apareció un tipo que cambiaría el destino de manera drastica. el tipo nadie sabe como se llama, sólo se sabe a lo que olía. mi coautora recuerda un olor penetrante que debió alejarlo de ella, pero maldita la suerte, esa noche su mejor amiga y complice en crimen, selena, dejaba el mundo de sexo casual con desconocidos por motivo de su matrimonio próximo y así la competencia entre ella y mi madre llegaría a su fin después de esa noche. hasta el punto en que mi mamá puso los ojos en este misterioso oloroso sujeto, iban empatadas. la mujer/cárcel de donde escapé no podía permitir esto y se decidió hacer algo al respecto. sin más hombres capaces de moverse a su alrededor, todo lo que quedaba era ese hombre, ese hombre con su olor, pero hombre era el único requisito necesario para darle el triunfo. se quitó los calzones, se fumó un cigarro, inhibiendo su sentido del olfato, e hizo lo sucio con aquel que nadie recuerda sólo ella.

por cosas de la vida mi mamá salió embarazada. exactamente 9 meses después, un pequeño bebe salió por su vagina. yo fui ese bebe. mi infancia fue como la de todos los demás niños con mamá de juventud frustrada. medio olvidado, dejado al cuidado de los abuelos y sin un padre. no fui el niño más listo ni más lindo ni más rapido ni más malvado por lo que esperé una existencia ordinaria. "meh" me dije a los 5 años con mi lunchera a mi lado, el recreo que hice este descubrimiento. un tipo cualquiera, me pensaba, pero estaba equivocado, yo era especial, sí, no de la manera que me hubiera gustado, pero especial sí era. en la secundaria, aun presente, no lo noté para nada. pasaba día tras día, volteando al cielo, pidiendo prisa, pero no había ni la más minima sospecha de mi condición. no tuve ni un amigo, ahora sé por qué. las niñas me mandaban por donde venía y todo se lo atribuía a que ellos eran unos hijos de puta y yo era demasiado cool. llegó la preparatoria y empecé a pensar que este rechazo no era por lo malditos que eran ni por lo buena onda que era yo, era otra cosa. reflexionando un día se me ocurrió que no todo el mundo puede estar en mi contra porque sí, debe haber algo malo en mí. mi autoestima sufrió severo golpe y en lugar de buscar una respuesta, me recluí y traté de pasar desapercibido. mi adolescencia se iba al carajo. sin un amigo en toda la vida, sin conocer el amor, así pensé que moriría, solo como un perro. todos los días me veía en el espejo y buscaba cuidadosamente en mi cara promedio alguna pista, pero nada. le preguntaba a mi madre y ella, una alcoholica en busca de marido, amargada como viejo racista en comunidad multicultural, en lugar de contestarme o hacerme tantito caso, me mandaba a la tienda por cigarros. nada de suerte nunca. mis abuelos llevaban muchos años de muertos, nadie realmente notó su muerte. veía por la ventana y le preguntaba a la naturaleza "por qué? por qué yo?" descubriría la respuesta justo el día de mi concepción, un especialmente caluroso día de verano.

el verano en mi casa era, en lugar de vacaciones y alegría, tristeza y llanto. mi madre se encerraba a llorar en su cuarto y yo, para festejar al sol y el tiempo libre, iba por un helado. iba en el microbus, tratando de animarme, diciéndome que no estaba muerto por dentro, sudando como un hijo de puta. llegó el momento de bajarme y me levanté del asiento. una muchacha a lado de mí, unos segundos después, me agarró de la mano y viéndonos a los ojos me dijo conmovida "hueles a cola", por supuesto, yo tomé esto como un insulto, no iba a dejar que alguna desconocida me andara insultando, sólo eso me faltaba y grité indignado "tú hueles a cola!". ella empezó a llorar, se levantó y me abrazó. "ya sé, ya sé" decía entre sollozos. "nada de nervios, es de humanos oler a cola" le decía sorprendido, acariciando su cabello, tratando de consolarla. salimos del microbus y, con helados de limón en la mano, nos contamos nuestra historia. me contó que su padre olía siempre a sudor con caca, una enfermedad terrible hereditaria. ella también la tenía y había echó su vida un infierno en la tierra. su mamá se había suicidado hace muchos años y no tenía hermanos ni hermanas. yo la escuchaba atento, con el corazón latiendo duro, con una tormenta en la cabeza, "no puede ser" repetía una y otra vez. la respuesta al problema era que olía a cola, quién lo hubiera pensado? por eso nadie me quería, por eso había pasado cada día de mi vida en una metaforica isla desierta. esa muchacha y yo éramos medios hermanos, pero decidí no decir nada. tenía que conocer a mi padre, tenía que hacerle saber que andar teniendo hijos con una condición tan horrible no está bien, tenía que acabar, no importaba la consecuencias, de una vez por todas con el hombre que huele a cola.

la muchacha se llamaba dolores y nos hicimos amigos. hacíamos todo juntos. íbamos al parque de diversiones y de compras. reíamos, platicábamos y nos hacíamos compañía. podía ver en sus ojos que esos días fueron los mejores de su vida, yo sólo mataba el tiempo antes de darle muerte al causante de mis males. "oye" le dije un día tomándola del hombro al salir de una película "quiero conocer a nues... tu papá". nos sentamos en una mesa del food-court para hablar. ella se quedó pensando unos segundos, yo la miraba, muriendo en el suspenso, "ok" dijo por fin "mañana ven a comer, si quieres" me invitó contenta. y fui al día siguiente. iba preparado, con una pistola que le había robado al policia que iba a bultear siempre a mi calle. entré a su casa, sudando, expidiendo un olor que hasta ella se quejó. me sentó en un asiento de metal y me dijo "espera". fue por su papá, yo eché un vistazo. era una casa lujosa con muy linda decoración. había unas fotos en la pared, ninguna de él, todos eran de ella en diferentes lugares del mundo. oí que bajaban las escaleras y regresé a mi asiento. "hola" me dijo y extendió la mano. lo vi a la cara, se parecía mucho a mí, no había duda, el era mi padre. "maldito" susurré, estrechando su mano, "ahora o nunca" pensé y de mi chamarra saqué la pistola. "muere!" grité fuera de mí y apunté la pistola en medio de su cara. "espera! pero que haces?!" gritó el hombre. esas fueros sus últimas palabras. jalé el gatillo y le hice un extreme makeover. cayó muerto, yo me desplomé mentalmente exhausto. la muchacha se me acercó llorando "por qué? por qué lo mataste?" la miré con los ojos hinchados y, con ganas de llorar, revelé que él también era mi padre. se sentó a lado de mí y viéndome detenidamente a la cara preguntó "por qué dices eso?". le conté la historia de mi madre y lloré amargamente. la sangre para entonces ya mojaba mis pantalones. "pero... él había vivido toda su vida en peru... ahi nadie notaba el olor a cola... cuando nací nos mudamos para acá, hace 17 años... idiota!" y rompió en llanto. yo me le quedé viendo y empecé a reír. tomé la pistola y estrené cavidad, llenando a la pobre muchacha de sesos. esa tarde ya estaba en el infierno, muriéndome del aburrimiento. reflexionando al respecto, no fue por culpa, mi suicidio, sólo no podía ser el hombre que olía a cola.

2 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Solo he leido el primer parrafo,
y me encanto.

Luego leo lo demás.

Klin-gon.

6:55 PM  
Anonymous Anonymous said...

Muy bueno el cuento.
trabajo en Kraft Foods Argentina y durante el año soy profesor, me encantaría leerle este cuento a mis alumnos! saludos

8:36 PM  

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