Sunday, September 26, 2010

Felicidades, abuela, felicidades!

la abuela cumplió 100 años. ahi estaba sentada, a la cabeza de la mesa, rodeada de su familia atragantándose de comida, callada y totalmente inexpresiva. yo la miraba con un cigarrillo en la mano, sentado al otro extremo de la enorme mesa. sabía exactamente lo que pensaba, sus ojos marchitos de vieja masacrada me lo decían, me lo gritaban en el oído y se burlaba de mí como el profugo se burla de los tontuelos que lo ven alejarse hacia la libertad. la abuela no se movía, sólo esperaba a que todos se fueran de su casa y pudiera regresar al televisor, donde comodamente, veía la decadencia del mundo. la abuela no podía esperar para morir, el mundo cada vez era peor. yo también estaba consciente de como todo se iba a la mierda, que más da? me decía, la vida de un joven está llena de basura, había peores cosas de que preocuparse y uno no se puede poner demasiado filosofico cuando no se es capaz de integrarse a la dinamica social. que más da? me hubiera gustado decirle a la abuela para que dejara de estar tan contenta por escapar de este barco que se hunde. "maldita abuela" pensaba, mientras la veía, dandole pequeñas fumadas a mi cigarrillo, con algún primo idiota contándome una historia para un cuento. "deberías escribir sobre esto" me decían siempre, y yo iba y lo hacia. el otro día, llegó el mismo primo idiota y me dijo "escribe sobre caballos que van a la gran ciudad a buscar a su madre" lo hice, escribí un cuento enorme sobre caballos, más de 500 páginas sobre unos caballos, la gran ciudad y su madre. fui a su casa un lunes por la tarde. "aquí está" anuncié y tiré el montón de hojas frente a él, "dime que te parece" pedí y me senté a esperar a que lo leyera, él veía the big bang theory, "al rato" me dijo arrepentido de sugerir un tema tan rico, yo hice un ruido, mostrandole el enorme desprecio que le tenía, esperé en vano que aprendiera de su error, me paré y me fui a mi casa a sentir el gran vacío que tengo dentro, que sospecho se llena con alguna chiquita sólo porque es lo único que me falta, soy lo que sigue de patetico me digo en mis ratos de autoflagelación, pues acomódate, que no voy a ningún lado, me respondo al darme cuenta que el unico escape está en la bala de una pistola o en el piso 20 de algún edificio y conociéndome lo suficiente para saber que todo iba a seguir igual y todavía aferrado a esa inmortal esperanza de que todo puede mejorar mañana. ahora me sugiere una idea de un camaleón que puede controlar a los negros, "genial" contestaba cada 50 palabras "genial" y veía a la abuela que pronto estaría muerta. yo tenía que preocuparme por el sexo y por la soledad y por encontrar trabajo y no volverme un vagabundo y por que mi vida no se vuelva más insoportable de lo que ya es. "si quisiera oir a alguien quejarse todo el tiempo, me grabaría a mi misma" me dijo alguien una vez, me quedé callado y la vi alejarse, pero bueno, no hay excusa ni remedio para tan mal hábito. tal vez la abuela fuera más feliz ahora tan cerca de la nada, todo le ha de parecer menos insoportable. rodeada de familiares sin gracia, todos nada más ahi, ocupando espacio. la abuela vivió bien hasta que se casó y tuvo hijos y sus hermanas tuvieron hijos y todos esos hijos tuvieron hijos y un día, porque no se podían juntar con nadie más, supongo, decidieron juntarse y se juntaron en la casa de mi abuela. su marido, mi abuelo, un hijo de la verga chapado a la antigua, que colocaba a la mujer justo abajo de los perros, nunca le hizo caso y sólo la utilizaba para cojer hasta que sus genitales se secaron y entonces le sirvió como recipiente de su mierda demente de anciano. se murió un día, el día más feliz en la vida de mi abuela. aprendió que la muerte es la respuesta, es el escape de una vida sin imaginación, ni coraje, ni nada que ofrecer, el botón de expulsión de éste planeta lleno de inútiles nada graciosos y un mundo, como ella bien podía ver en la tv, que cada día se va más al carajo, un mundo donde es aceptable deshacerse de las cosas padres para hacer lugar para cosas feas y ruidosas y sin nada de encanto, lugar para anuncios y para centros comerciales. todo esto se desbordaba de la mente de mi abuela. yo la miraba, sabiendo, con el cigarrillo en mi mano, yo sentando con estilo, con un pendejo a mi lado, con una familia llenándose de pastel, que mi vida sería exactamente igual a la de ella, sin pena ni gloria pasaría por este mundo como el idiota incapaz pequeño burgués cobarde e inimaginativo que era. "felicidades, abuela, felicidades!" fantaseaba con gritarle en la cara, mientras apagaba mi cigarrillo, tomaba mi chamarra y salía a la calle, a seguir otros 60 años.

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