Monday, June 30, 2014

Chirpy Chirpy Cheep Cheep

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miriam hurgaba su nariz, aburrida, vestida con bata y pantuflas, viendo un programa en la tele donde grupos musicales hacían lip sync de sus canciones de moda, canciones que, al ritmo de, las niñas de la edad de miriam ahora mismo, en el club, movían sus traseros y agitaban sus brazos, gritando dominadas por el sentimiento. miriam embarró su moco en la pantalla, pateó la televisión, la cual, al pegarle al suelo, sacó un poquito de humo e hizo un ruido triste, y se paró a ver por la ventana. el bosque y la niebla. miriam estaba internada en un centro de rehabilitación porque era adicta a una droga del futuro conocida como chirpy chirpy cheep cheep la cual te tiraba al suelo y te ponía a sentir terrible felicidad y ricura hasta que te hacia perder el conocimiento para, al día siguiente, no sentir más que inmediata necesidad de consumir más, ah y además de que te ponía hacer chirpy chirpy cheep cheep. pero si le hubieran preguntado a miriam cual, miriam, cual realmente era tu verdadera adicción, ella les hubiera contestado una vez, ahora ya no, ahora se lo guardaba todo, ahora sabía que revelarle al mundo los contenidos del alma sólo empeoraba las cosas, que, con los ojos hinchados, con el puño en el pecho, con la voz cortada, era adicta a pepe luis garcia.

una mañana, miriam estaba comiendo unas mediocres enfrijoladas, sola, en el antecomedor de su típica casa clase media. de repente, un dolor intenso y placentero la tiró de su silla. "pero qué es esto?!" gritó en el suelo retorciéndose, sacando espuma de la boca, con los ojos en blanco. durante el ataque la imagen de la cara cachetona y sonrojada de su amigo pepe luis apareció en su mente. "oh no" miriam sabía lo que le pasaba, había oído suficiente música pop para diagnosticar su mal, para predecir lo que se avecinaba, para darse cuenta que los días de verbena habían acabado, su corazón había hecho golpe de estado y era ahora el estúpido dictador de su cuerpo y mente. "pepe luis" susurró miriam en el suelo, viendo fijamente el techo, con la cara colorada, apenas respirando, con pequeñas convulsiones todavía moviendo una que otra extremidad. después de recobrar el control se fue a sentar a su sala, en silencio, rodeada de la quietud de las nueve a.m. y se puso a pensar, a mecerse progresivamente más rápido, a planear duro, a diseñar la revolución contra ella misma porque ella era una mujer moderna e independiente y había visto lo que el amor le había hecho a sus compañeritas y sobre todo a su mejor amiga carmela que en paz descanse. ella no iba a caer sin luchar, iba a tomar a la vida por el cuello de la playera y le iba a decir "jodete, vida". pero, al mismo tiempo, mientras comparaba precios de ak 47's para rebelarse como dios manda, supo, gracias a todas esas canciones sobre amor/desamor, que no había salvación, la caída era inminente y pepe luis garcia iba a ser su destino oscuro. fue al cuarto de música, se sentó frente su batería y, triste y vencida, se puso a tocar un ritmo lento, pero pesado.

pasaron los años y miriam, llevada por influencia del alcohol, le confesó su amor a pepe luis garcia un millón de veces. despertaba a la mañana siguiente y al acordarse de lo que había hecho se sentía peor que un perro. "no! no! no!" gritaba al ver su celular con mensajes como "te quiero" y "se mío". miriam estaba más que apenada, tenía la dignidad en la basura, el respeto a sí misma era cosa del pasado y lo peor de todo era que pepe luis garcia era mucho más atractivo que ella y sólo le decía con una mueca de ternura y con gracia en los ojos "no, miriam, sólo amigos... sólo amigos" y miriam le gritaba, señalándolo, dejándose llevar en la borrachera "tú qué sabes de la amistad, pepe luis garcia, tú qué sabes de cualquier cosa" y miriam iba a sentarse desesperada e impotente a un tronco en su jardín a llorar toda la noche. olviden el rechazo, era el golpe al orgullo lo que jodía a la pobre mujer. no había escapatoria. trató de dejar de tomar y, al lograrlo, más o menos olvidó a pepe luis pero entonces la vida se volvió insoportablemente aburrida y aveces se encontraba a sí misma viendo sus brazos, imaginando sus venas abiertas chorreando sangre. después de una semana se dijo viéndose al espejo que pepe luis no valía tanto la pena y regresó a los dulces besos de la botella y volvió a equivocarse y a humillarse y a hacer tonterías. "estoy maldita" se tatuó en un brazo y "vida la muerte" en el otro. no podía más y planeó matar a pepe luis, pero no tenía la imaginación para salirse con la suya y abandonó la idea del homicidio. estaba hartada de todo, más que nada porque lo suyo era dibujar y desde esa mañana de enfrijoladas sólo dibujaba sobre el imbécil de pepe luis, cosa que odiaba más que nada.

en la cafetería donde se juntaban los jovencitos de su colonia a tomar malteadas y platicar chisme, mordiéndose las uñas, nerviosa, con un sandwich intacto en frente, miriam investigaba en internet opciones de escape. a lo mejor podía ser marinera, suponía que el mar podía ayudarla a olvidar a ese quien la atormentaba. estaba ya inscribiéndose en un barco japonés que mataba no sólo ballenas sino todo tipo de cosas cuando entró sin ser vista su amiga mercedes con un frasquito con pequeñas píldoras y le susurró en el oído "ya me enteré que estás en dolor, mi miriam, ya me enteré que quieres medicina" miriam volteó lentamente, subió la vista, encontró los ojos rojos y vacíos de su amiga perdida y, reconociendo que el chisme corre como la luz, movió la cabeza de arriba a abajo "sí, sí, sí" intentó decir, pero sólo sacó un casi inaudible chillido. mercedes, ágil y rápida, se sentó del otro lado de la mesa y le enseñó el frasco agitándolo "40 peso" dijo. miriam bajó la cabeza y con los ojos muy abiertos viendo la nada y los labios salidos besando el aire, puso en una balanza la actual adición vs la futura. "de acuerdo" dijo al ver pasar a pepe luis a la distancia, robándole, sin ningún tipo de consideración, el aliento. sacó un billete y lo puso en la mesa, "venga de hay" dijo, tomó el frasco y se fue corriendo graciosamente a su casa. miriam entró a su lindo y acogedor hogar de un salto del tigre, rompiendo una ventana. la mujer del aseo benita le gritó, viéndola subir las escaleras toda ensangrentada y cubierta de vidrios, "oh que para eso es la puerta". miriam se sentó en su cama, ya completamente limpia y linda, respirando con trabajo, viendo el frasco en su palma, con la voz de su papá en su cabeza diciendo "las drogas son para la diversión, miriam, no son una solución, es un manto que tapa el problema, pero si quitas el manto, ahí va a seguir el problema, miriam, soluciona tus problemas, no escapes de ellos, miriam" y ella se asomaba al precipicio de la adicción con los ojos muy abiertos, enseñando los dientes apretados, y se decía, sin ver el fondo, abandonando la razón, que no era tan profundo como se lo había imaginado. "allá voy" dijo y se dejó caer hacia la perdición. tomó unas 8 píldoras y sintió, sonriendo, como prófugo siente la primera brisa de la libertad, el aire dulce de la caída. ese fue el primer paso en este camino a la ruina.

miriam, enloquecida y con la mafia tras de ella, estaba tirada boca bajo en su cuarto, con la cara metida en una alberca inflable llena hasta el tope en droga, tragando píldora tras píldora, alucinando, haciendo chirpy chirpy cheep cheep una y otra vez, libre del dolor, sintiéndose mejor que nunca, viendo desde la altura su obsesión por pepe luis por quien no sentía más que lo que siente un ganador por su competidor vencido. ahora cuando miriam lo veía de vez en cuando, reía, burlándose de ella misma, no pudiendo creer que aquel cachetón la hizo pasar tanta vergüenza, reía viendo a pepe luis a los ojos, incomodando a todos su alrededor y entonces miriam bailaba, moviendo los dedos indices, flaca y ojerosa, soltando dementes carcajadas, alterada por la droga. mientras tanto la tolerancia crecía, la necesidad de cada vez más aumentaba, el consumo salía de control y un martes o un jueves tal vez, la distraída vida le pegó a los frenos de los buenos tiempos y todo se detuvo. a miriam le explotó una parte importante del cerebro y cayó medio muerta durante un importante juego de ping pong. "válgame el cielo!" gritó una muchacha que no sospechaba nada sobre nada y llevaron a miriam al hospital. "es una drogadicta" dijeron los doctores burlándose de papá miriam y mamá miriam. "pero..." dijo miriam, sobreviviendo ilesa sólo por jovencita, dándose cuenta que no era más que una miserable dependiente, sentada en la cama de hospital, con tubos saliendo de ella y con sus papás moviendo la cabeza de derecha a izquierda, viéndola decepcionados. "a rehabilitación" le dijo su papá señalando con el pulgar, pegando y separando el antebrazo de la otra parte del brazo que no es el antebrazo, la puerta. y allá fue miriam, a perderse en la densidad del bosque, maldiciendo a pepe luis, a tratar de olvidar y seguir con su sucia maldita vida.

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