Tuesday, November 22, 2016

Cotorreo Sin Fin

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Don Chuy estaba echado en su silla, agarrando su barriga, contemplando el infinito, haciendo digestión, se acababa de comer cuatro gorditas especiales. De pronto, sonó su celular anunciando la llegada de un mensaje. Abrió la aplicación y vio un video donde su tierna medio ancha hija estaba amarrada a una silla y era torturada, le cortaban los dedos. “cristo” susurró don chuy mientras chorros de sangre salían de la que chillaba como cerdo. La cámara del teléfono dio un giro violento de 180° y apareció un tipo con un pasamontañas. “don chuy” decía con voz distorsionada “tenemos a su hija y la vamos a matar” y acabó el video. El mundo pareció liberarse de la gravedad que lo mantiene en su sitio y cayó fuera de control por el cosmos; todo se iba al infierno en la mente del usualmente ecuánime y calmado hombre. “madre de dios” susurró don chuy tratando de calmarse, ahí en la bodega en el sótano de donde trabajaba. Pasaron duros segundos y, haciendo un esfuerzo colosal, logró recobrar algo de compostura y pensar. Se acordó de que luego es puro teatro para sacarle dinero a uno. “se parecía mucho a ella y saben mi nombre…” dudó un segundo, llenándose de miedo, pero como sea tenía que cerciorarse de si en realidad era su hija a quien torturaban. Le habló. Sonó un pip, dos pips, tres pips, el suspenso desgarraba, y de repente contestaron. “¡¿bueno!?” gritó don chuy sudado y agitado, no pudiendo con el estrés, “bueno, Yolanda, ¿estás bien?” silencio y se escuchó “don chuy, tenemos a Yolanda y la vamos a matar” y colgaron. Casi le explota el corazón al pobre, sintió como si le dieran escopetazo directo al pecho. Don chuy quería mucho a su hija Yolanda quien estudiaba medicina y un día, se suponía, los iba a sacar de pobres, era el sueño de Don Chuy y ahora, ella, la más educada y linda de sus hijas, estaba quedándose sin dedos. Don Chuy perdió la cabeza y destruyó la bodega. Exhausto y lastimado por darle puñetazos a los archiveros y estantes, tirado en el suelo,  trató de pensar en qué hacer. “la policía” dijo, se levantó, sacó su teléfono de sus entallados pantalones y marcó con dificultad, se había roto uno o dos dedos de cada mano. Le contestó una señorita que no fue de mucha ayuda y quien lo invitó a resignarse “esto es México, don Chuy” le dijo “ni modo” y colgó. No podía ser, eso no podía estar pasando. De la desesperación, salió corriendo a todo lo que pésima condición le permitía, pero se detuvo en el umbral, no tenía a donde ir, no había nada qué hacer. Don Chuy se tiró en su silla tapando su cara gorda y arrugada con sus manos raposas y gruesas. “mierda” dijo cayendo en una profunda desesperanza e impotencia. Lloró amargamente un rato hasta que le llegó otro video. Tomó el celular con sus manos destruidas y, temiendo lo peor, le puso play. Su hija Yolanda y otros dos hombres hacían la seña de amor y paz muy sonrientes viendo la cámara. Yolanda al parecer tenía todos sus dedos. “don chuy, Yolanda está bien. Es sólo una broma para el Cotorreo Sin Fin, lo estamos grabando, mande un saludo” Yolanda, muerta de la risa, mandó un beso a la cámara, se oyó el tema del cotorreo sin fin y acabó el video. Don chuy, todavía con mil químicos explotando en su cerebro y olas de tics yendo y viniendo por su cara, miró a su alrededor y vio en el rincón una cámara y en la esquina del techo otra. “no puede ser” dijo experimentando sentimientos que nunca había sentido, dejándose caer en su silla, viendo el suelo, haciendo las paces con la que le acababa pasar y pasando sorprendentemente rápido de sentir mucha confusión e ira a llenarse de buen humor, “no puede ser” volvió a decir, pero esta vez con una risa que fue convirtiéndose en carcajada. “Méndigos” dijo saludando con la mano ensangrentada a una de las cámaras “se pasan”. Don chuy, otra víctima más del programa de internet Cotorreo Sin Fin, ya pensando todo el asunto muy chistoso, fue al hospital a que le arreglaran las manos.

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