Friday, April 08, 2011

esta piedra se parece a la otra

pompitas alonzo lo había logrado. escribió un cuento largo, su amigo/editor/manager, josue, se encargó de venderlo bien y les dieron mucho dinero. pompitas hizo lo que prometió si ganaba, gastó todo su dinero en putas, cocaína y una habitación de hotel en paris. sobrevivió y regresó al mundo de los vivos. ahora, como consentido del público lector, era fácil ganar y lo logró otra vez. escribió en menos de una semana otro cuento largo, josue hizo lo suyo y otro cheque llego a las gorditas manos del escritor favorito de la gente que sabe leer. excelente. disfrutó de su fama, no había persona en la escena literaria que no conociera el nombre de Alfonso Mauricio "pompitas" Alonzo y las mujeres con problemas familiares y de autoestima fueron a él. les hizo el dulce amor a cada una de ellas sin encontrar la gracia que busca cuando ve un par de tetas. nada de suerte, la soledad persistía, pero nuestro amigo, en vez de luchar contra esta constante en su vida, más un problema interno que externo, siguió con lo suyo. cuando la popularidad perdió su gracia y se volvió molesta y por problemas psicológicos que llevaban años jodiéndolo, un día, pompitas se mamó de todo. fue a su casa, un pequeño y sucio departamento, con las manchadas paredes blancas desnudas y muebles rotos y viejos, llenó una maleta con su colección de calzones, 365, uno para cada día del año, le dio la espalda a la espalda de la gente y, con trini, la asistente asignada por la editorial, escapó, sin decirle a nadie, de la sociedad, de la escena y se fue a perder a la pradera escocesa, en una linda y acogedora cabaña, creyendo y esperando que para siempre.

trini y pompitas rápidamente formaron una dinámica asombrosa. casi totalmente aislados de todo, construyeron un mundo de dos, un mundo que funcionaba a la perfección. la vida marchaba con increíble armonía, la felicidad reinaba. se sentaban a leer en silencio, veían películas geniales, se ponían a jugar juegos de tomado, pasaban el porro, iba de excursión, inventaban cosas que no funcionaban y ponían sus vidas en peligro y platicaban sobre ideas para cuentos, a veces llegando a acaloradas discusiones que terminaban en silencios de días, seguidos de risas y auto-burla. de todas maneras, generalmente los cuentos no se parecían, para bien o mal, a como se planeaban. recluido en su cabaña, alejado de la sociedad, pompitas olvidaba el lugar de donde había escapado, su alma se limpiaba de la suciedad embarrada por la violencia de las voluntades en perpetua lucha. la única que salía era trini. iba, en un pequeño carro azul, al pueblo más cercano a comprar víveres. también cocinaba, limpiaba y hacia comics súper graciosos. ella, una vez, fue una prometedora y ambiciosa estudiante de literatura. era guapa, pero no lo sabía, con sus chapitas generalmente coloradas, de buen temperamento, acostumbrada a someterse a los caprichos de los demás por pasar su adolescencia atendiendo a su padre enfermo. bromeaba diciendo que pompitas, en comparación, era una regalo del cielo. desde muy jovencita trabajó en la editorial, corrigiendo y haciendo encargos antes de ser asignada a esa nueva estrella de la literatura nacional, pompitas alonzo. no estaba muy familiarizada con su obra, pero pronto las líneas del joven escritor invadieron su cerebro, conquistándole el corazón, invitándola a soñar, pero como todo el mundo que lo conoce sabe, pompitas es muy diferente en persona a lo que un supondría por obra, por lo que, al conocerlo, todo tipo de fantasía romantica muere sin remedio y así cualquier tipo de relación amorosa entre los dos desapareció por completo. trini tenía un novio por el que no sentía nada y seguía con él sólo porque él no dejaba de llamarle.

el tiempo pasó, ahí en la pequeña cabaña perdida. en todos los demás lugares de la tierra azotaban tormentas de mierda, pero nada tocaba el impenetrable santuario en la pradera. los días se consumían como cerillos y el mundo de donde venían, un día, sin más, desapareció por completo. el planeta se redujo esa pequeña cabaña, la población mundial era de dos y tener el corazón lleno de loca euforia era la única ley. se independizaron del tiempo, por lo que, si les hubieran preguntado, no podían responder cuanto tiempo llevaban ahí metidos. trini tenía una idea por sus mensuales visitas al pueblo, pero como a los 2 o 3 años se dejó de fijar en cualquier cosa y se apuraba en regresar al orden o caos de la cabaña.

una tarde, pompitas, en el balcón de su cuarto, fumaba un porro, viendo el atardecer, experimentando en todo su poderío el magic hour, tomándose una fanta. trini llegó, pompitas le pasó el porrito, ella le dio un comic nuevo. pompitas lo leyó rápidamente, soltando pequeños grititos de hilaridad de vez en cuando, mientras trini besaba aquella plataforma que te teletransporta a una dimensión donde nadie sabe que mierda es la tristeza. pompitas leyó el último cuadro, trini dio el último toque y sus miradas se encontraron, sonriendo, con el sentimiento como fuegos artificiales explotando dentro de ellos, con todas sus fuerzas desearon que ese momento durara para siempre, le rogaron a la naturaleza, no importara la consecuencias, que el planeta se detuviera, esperaron que el tiempo se quedara paralítico y nunca volviera a correr. las lágrimas de la felicidad empezaban a salir cuando se oyó un golpe en la puerta. se sacaron durísimo de onda ya que hasta entonces habían tenido sólo un visitante, un viejo pastor que, drogado fuera de su mente por unos hongos que comió cuando se preguntó a que sabe la caca de vaca, preguntó si ahí era la matriz de su madre, pompitas y trini, riendo, le contestaron que sí y el drogado pastor se quedó en posición fetal hasta que regresó a sus sentidos y se fue sin decir adiós. trini se paró y fue a ver quien era. pompitas tenía ganas de ir al baño por lo que olvidó por completo el llamado a la puerta y atacó, sin querer, a la comunidad subterránea de hombres topo que vivía justamente bajo la cabaña. era josue, había venido como el Apocalipsis a destruir el perfecto mundo de pompitas y trini. fue para ofrecerle a alonzo un trabajo de profesor en la mejor universidad de su país. pompitas, con el paso del tiempo y su misteriosa desaparición, se había vuelto el autor más solicitado de todos. nunca había dejado de publicar porque trini, cada vez que iba de compras, le mandaba a josue, le parecía muy egoísta de su parte ser la única que disfrutaba de aquellos cuentitos, un montón de hojas con miles de historias, hojas que eran publicadas. libro tras libro la fama creció hasta el punto que el papel de baño lleno de mierda del buen alonzo, que una vez fue un vago bueno para nada, valía muchísimo dinero. pompitas salió de la cámara de gases, como él le llamaba cuando encerraba ahí a trini, y extrañado por algo como de otra vida, pero sin ser capaz realmente de reconocer, vio que trini lloraba, callada, viéndolo bajar las escaleras hacia el recibidor de la cabaña. josue, quien se veía notablemente más viejo, dejo caer las noticias sobre ella primero. pasaron a la sala y sin rodeos josue le contó el porque de su visita. pompitas pidió tiempo para pensarlo y josue como vino, se fue, quería que pompitas supiera que no le había parecido nada gracioso su súbita huída y que le había costado muchos malos ratos su desaparición de la guerra de bolas de mierda que era la escena literaria. el berrinche de josue pasó totalmente inadvertido, todo ese tiempo fuera del juego había dejado a pompitas totalmente inmune al chantaje emocional. "pompitas" le dijo trini con un nudo en la garganta, esa noche a la hora de la cena "no destruyas el perfecto balance que hemos construido, no le pongas fin a nuestra felicidad, no rompas esta armonía envidiable a la que nos hemos acostumbrado, te lo pido por favor! no nos hagas regresar a ese mundo violento y maligno del que fuimos lo suficientemente afortunados de escapar... sé razonable! no lo hagas, pompitas, no lo hagas por lo que más quieras" y rompió en llanto. pompitas la miraba masticando un pedazo de carne, tragó, tomó la mano de su asistente y "estoy aburrido" confesó con un gesto de comprensión, trini se limitó a bajar la cabeza, sabía que no había contra argumento ni manera de convencer aquel obstinado sujeto. empacaron sus cosas, le dijeron hasta nunca a la cabaña y salieron de su paraíso terrenal, de regreso a la sociedad de la que nunca se sintieron parte.

no hablaron en todo el camino. al salir el aeropuerto, a la hora de despedirse, trini lo abrazó fuertemente, "ponte chingón, échale ganas" le dijo amistosa, sonriendo con lagrimas en los ojos, una última broma, luego dio media vuelta y fue hasta un tipo con bigote, pompitas supuso era su novio. se quedó viendo el carro alejarse, como desaparecía para siempre de su vida, el fin de una era, las vueltas impredecibles. alguien lo tomó del hombro, era josue que le sonreía, "por aquí" le dijo y lo llevó hasta un carro lujoso. la ciudad había cambiado hasta ser irreconocible. nuevas calles sobre nuevas calles sobre viejas calles. todo el camino trató de recordar, pero su memoria estaba llena de sus días en la cabaña. a toda su vida antes del exilio le habían grabado encima. llegaron a un edificio de departamentos lujosos. josue le enseñó donde iba a vivir. "gratas sorpresas, mi amigo" le dijo antes de irse. pompitas prendió la tele, un programa que no conocía, unos segundos y se encontró a si mismo riendo a carcajadas. no recordaba que la tele fuera tan graciosa. el lunes siguiente fue a la universidad donde daría clases. impartiría un curso sobre el cuento corto. vagos recuerdos sobre sus días en la escuela le daban un mal presentimiento, pensaba sus alumnos iban a ser unos zombis hijos de puta, sólo ahí por el papel, trató de no desanimarse y fue a comprar un paquete de cigarrillos. el encargado de la tienda, cuando pompitas pidió una cajetilla de su marca preferida, pareciera le hubiera pedido a su madre como esclava sexual, "no, señor mío! este es un establecimiento decente" contestó todo indignado el tendero. pompitas, desconcertado, retrocedió unos pasos y vio los anuncios alrededor de la caja, todos eran de marcas de porros. "me cago en todo" susurró pompitas, no lo podía creer, se sentía en la maldita dimensión desconocida. con razón en todos lados olía a marihuana, pensó. compró miles de pesos en porros y regresó a su departamento. al parecer, los hijos de sus compañeros de secundaria habían legalizado la marihuana desde hace ya un tiempo. los tabú se volvieron un recuerdo vergonzoso y ridículo. las redes sociales dejaron de ser una herramienta de chisme y ocio y la gente extraordinaria tuvo más alcance que nunca. las personas se organizaron bajo ideales progresistas y la sociedad se había reformado, esa nueva generación no iba a ser cachada muerta cometiendo los mismos errores que sus padres. y no sólo en cuestiones de droga, la libertad era el nombre del juego y todos parecían conocer y acatar las reglas. "de puta madre!" gritó pompitas emocionado. ese otoño le empezó a dar clases a un audiotorio de jóvenes excelentes, entendían todos sus chistes y conocían sus cuentos mejor que él. parado en frente de la clase, no dejaba de sonreír. no podía creer su suerte. esa noche, pompitas, acostado en su cama, viendo su techo, se quedó dormido de buen humor, con los días en la cabaña convertidos en un recuerdo distante. ahora, ese era su mundo nuevo, su mundo mejor.

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