Wednesday, December 10, 2014

La Muerte Se Vuelve Tú

39

“ahhhggg!!” grité y me explotó el corazón. Una papa frita voló por el aire, una lata de bebida energética rodó por ahí. Mi cuerpo gordo y feo le pegó al suelo. Los ojos se me fueron para atrás, espuma salió de mi boca y me convulsioné un poco. Abandonaba el mundo como llegue a él, todo sucio y maloliente. Estaba en camino, se acabó todo, me iba al infierno.

Los paramédicos llegaron haciendo más escándalo del que hacia falta. Se abrieron paso, empujando a la gente que gritaba espantada a mi alrededor. Al descubrir "la vida es abuso" tatuado en mi pecho unos cuantos botones le pegaron en la cara a una secretaria con piel arruinada por tanto maquillaje. Mi cerebro, apagándose, liberó ricos químicos y aluciné que descendía.

Llegué a un bosque denso y oscuro. La duda y el miedo me taclearon, me sostuvieron en el suelo y me agarraron a golpes hasta aturdirme todo. “mierda” dije sentando con las piernas estiradas, “puta” dije al reconocerme muerto, ya aceptándolo todo, nada es como te lo imaginas. Me paré, limpié las palmas en mis pantalones y, sin saber por donde empezar, fui a recorrer el otro mundo.

“maldita sea” dije amargado al ver llegar a mi guía, el chichimeca Ortega, esperaba una celebridad o algo. “chichimeca” le dije al reconocer que las cacheteadas de la desilusión no acaban con la vida “perdóname, pero esperaba un poco más”. el chichimeca me hizo una mueca de odio en extremo afeminada, no muy impresionado con mis fanfarronadas y salimos del bosque.

Llegamos a un edificio gigantesco y se abrieron automáticamente las puertas de vidrio. Nos subimos a una cinta desplazadora como esas que hay en los aeropuertos y cruzamos el lugar con música lenta y pesada sonando siniestra en el fondo. Me quedé parado admirando el lugar con gesto idiota hasta que encontré la cara del chichimeca. Recibí otra mueca desaprobadora y caminamos a paso rápido.

El chichimeca Ortega señaló unas sillas, me apretó la verga, hizo un ruido, me golpeó con una última expresión de desprecio y se fue. Encontré a un señor gordo de bigote leyendo muy contento una revista sobre queso. Vestía shorts beige, chanclas con calcetines grises y camisa color mamey. “que onda” le dije, él me vio sonriente y dijo “estamos muertos”,  le di un “mmmkay…” y fui a explorar.

“Pero... qué es esto?” le pregunté a una negra recargada contra la pared, fumando despreocupada. “y yo qué sé, negro” me dijo y se fue. No le di importancia y seguí inspeccionando la maquina que parecía una de esas cabinas donde te tomas fotos con las amigas. KIOSKO DEL RECUERDO decía entre estrellas y corazones arriba de gente sonriente. entré, me senté y esperé.

yo de niño comiendo helado, viendo el sol, deslumbrado. yo de puberto perdido en el deseo viendo con lujuria a una de mis compañeritas de secundaria. yo de adolescente tambaleándome gritando maldiciones. yo de adulto joven sentando con la mano en los pantalones viendo la tele. yo de adulto adulto viendo la pared con gesto idiota en una oficina rodeado por la quietud de la mañana.

Paseé desanimado entre tiendas de souvenires de la vida, mordisqueando un pretzel que encontré tirado por ahí. Por suerte encontré justo a tiempo justo lo que necesitaba. El bar era de esos que frecuentan sólo señores. De decoración anticuada, sillones de cuero gastado, oscuro, con ningún otro propósito que beber las penas afuera, nada de pretensiones. Sólo hombres rotos y nada más.

Me senté, pedí un porro y un whiskey con un poco de agua mineral. En nada llegó el porro mejor rolado en el que he puesto mis sucios labios y el whiskey, oh dios mío, el whiskey de calidad inigualable! “señor” me dijo una voz en la oscuridad, acercando un encendedor a mi cara. “ah sí, claro” dije, no acostumbrado a tanta atención. Fumé y bebí como si hubiera sido alguien.

Se prendió una luz en un pequeño escenario a unos metros de mí. Un gordita linda y tímida subió, picó unos cuantos botones en su sintetizador, se apagó la luz y se prendió un estrobo. la música empezó, la gordita perdió toda inhibición y empezó a cantar y bailar con tanto sentimiento y gracia que quise terminar de morir para no tener que comparar ese momento con ningún otro.

Enloquecido por las drogas y movido por el talento, me paré y bailé solo frente al escenario. me moví como con la juventud de regreso. por un segundo olvidé donde estaba y por qué y me dejé llevar por el increíble ritmo, asombrosa melodía y angelical voz. la gordita saltó del escenario al reconocer mi habilidad. "oye guapo, que bien bailas" me dijo y bailamos fuera de control.

Salí del bar, empapado en sudor, de excelente humor, de la mano con la gordita. Nos veíamos con cariño y le hacia una caricia cuando sonó mi nombre por el altavoz y “sala 5… sala 5”.  los dos volteamos hacia la bocina y, antes de irme, la gordita me tomó de los cachetes, me advirtió algo con los ojos, algo que no terminé de cachar, algo como la muerte se vuelve quien sabe que.

Toqué una puerta blanca con un 5 dorado. “adelante” gritó alguien desde dentro. Entré y, atrás de un escritorio, en una oficina pequeña, estaba yo pero en forma, bien vestido y peinado, leyendo papeles sobre un folder rojo. “siéntate” me dije a mí mismo, sin despegar la vista de la lectura. "ok" dije curioso y me senté a ver que seguía. "shh!" me dije cansado del ruido por aburrimiento, "sorry".

Acabé de leer y me miré muy amable. "bueno ¿vamos?" me propuse, salimos y me seguí. mi espalda en forma y cabello bien peinado me daban una sensación de terror que me jodía y, sin importar cuanto la ahuyentara, regresaba como mosquito temerario que sabe que los humanos no somos tan rudos. "hombre muerto caminando!" gritó una chaparra mugrienta parada dentro de un basurero.

Entramos a un cuarto con paredes negras y con una silla como de peluquería en medio. "siéntate" me dije y, chiflando, me amarré de buen humor a la silla. Nada de ceremonia, nada de explicaciones. Parecía me alistaban para un cohete sin destino. Me encaré sonriente, "listo?" me pregunté, yo no dije nada, sólo veía todo con horror creciente. Desaparecí y ahí me quedé amarrado. 3... 2... 1...

Las paredes negras se volvieron mi vida en cámara rápida que terminó antes de que pudiera contemplar, le di una mueca y en nada ya era colores y sensaciones sin sentido. se oyó un ruido monótono. olió a ropa recién lavada. en mi boca el sabor a chicle que llevaba años masticando. sentí cosquillas por todos lados. un "piiii!". todo desapareció y floté inexpresivo sobre blancura infinita.

Los químicos se acababan. No más romance, no más nostalgia. Los recuerdos borrosos de una vida en desorden desaparecieron uno a uno. El fin de la personalidad. Mi mente era un súper nintendo al que le sacaron el cassette sin apagarlo. Antes de que la oscuridad lo invadiera todo, hubo oportunidad de una última opinión "la muerte se vuelve tú" dije porque sí, cerré los ojos y llegó la nada.

INSPIRADO POR LA MÚSICA DE SUN O)))

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