Mega Mame
84
Me dieron un certificado. Decía “Maestro
En Mega Mame”. Lo vi en mis manos, quería sentir orgullo, pero sabía que no me
lo merecía, burbujeaba todavía en mí la neurosis, no había paz, sólo guerra y
no estaba listo para salir, pero el curso se habían acabado y era hora de dejar
el retiro donde había permanecido en silencio, tratando de domar a mis demonios
clase media, pero los hijos de perra eran especialmente duros y ahí seguían,
acechando, jodiéndome, diciéndome cosas como “te vas a volver vagabundo” y yo
tragaba saliva, nervioso, escuchando los aplausos. “OK, está bien, lo que sea”
les dije cuando me pidieron unas palabras; ni modo, allá voy.
Llegué y supieron de inmediato;
no importaba cuántas sonrisas daba, no importaba cuanta técnica aprendida en el
curso de mega mame aplicaba, sabían, la irremediable desgarradora incurable
tristeza en mis ojos me delataba. “a nadie le interesa” me decían esos que
fácilmente podrían ver pasivamente como se ahogaba alguien y he aprendido que
no sirve de nada quejarse, es el viejo oeste, no importa que tan malcriado seas,
no hay lugar para el berrinche y como sea, a pesar de todo, yo chillaba como el
mariquita que era a la vez que me recordaba que si no perteneces, sólo queda el
mega mame y yo lo aplicaba desesperado, lo accionaba ansioso, pretendía como me
habían enseñado, pero los aparentemente gustosos participantes de la fantasía reconocían
de inmediato a quien no estaba jugando bien, al no
enajenado, quien no se ha perdido en su papel, no importa cuánto mega mame se
aplique.
Repasaba y me decía, como una
oración, como un mantra, que la dureza llegaría, que tuviera paciencia, que mi
mascara, tarde o temprano, se volvería mi cara y yo tragaba saliva, con miedo
en la mirada y decía “ok, está bien, lo que sea”, pero yo sabía que mi personalidad
era la receta perfecta de defectos para no aprender nada y seguir haciendo
tonterías. “Oh no” susurraba empapado en sudor, en el escenario, contra una
pared, horrorizado y cerraba los ojos y trataba con todas mis fuerzas de contestar
como debía, de no quejarme todo el tiempo, de reaccionar apropiadamente, pero
me descubrían y yo ahora tenía que actuar acorde, tenía que verlos a sus caras
monstruosas y decir “sí, estoy mega mamando, pero no hay nada que pueda hacer
al respecto” y señalaba, impotente, a mis demonios, y los nativos de esta extraña árida fantasía me miraban con
fastidio, me miraban como burros verían a una cebra tratando de pasar
inadvertida, pero en realidad, pensándolo bien, quien sabe que mierda estaba
pasando en esa cabezota troglodita y trataba, para salvar tantita autoestima,
de descalificarlos de retrasados y, mientras tanto, con el orgullo en la
basura, caían lágrimas sobre el teclado, “una vez yo me creí intelectual” y ya
ni me daban ganas de burlarme de mí mismo.
Pasaban las semanas. Me miraba en
el espejo, repasando mis lecciones en mega mame, tratando sin mucho éxito de
mantenerme en personaje, casi siempre vencido por la impaciencia, el capricho y
las ganas de llorar, pero a veces, de repente, con el dedo gordo del pie
inhumanamente estirado, podía sentir el suelo del oh tan profundo océano que
era el delirio permanente en cual descendía, y creía haber llegado y empezaba a
sentir mi mascara formar parte de mí; “el mega mame funciona” me decía con
esperanza, ya celebrando, pero al reconocer, todo se venía abajo, mi personaje
se suponía no pretendía; mi personaje me choca, no puedo hacer las paces con
este papel, pero los demonios y no hay derecho y etcétera y con el cachete
recargado en la palma y el codo en el escritorio, veía genuinamente
impresionado a los demás desempeñar sus papeles tan naturalmente y luego, como
quien lleva demasiado en el calabozo del aburrimiento y se asoma de entre los
barrotes para ver la repentinamente añorada pared de fusilamiento, yo veía a
los viejos locos ya tan cómodos ya para siempre perdidos en sus papeles en esta
larga y tediosa obra de teatro que es la vida que he elegido. “ok, está bien,
lo que sea” repetía, con ganas de quejarme, pero también, de mala gana,
reconociendo que no todo estaba tan mal, era sólo muy aburrido y allá iba, con terrible actitud, arrastrando los pies, esperando, pasando semana
tras semana, viendo en mis manos, ansiando resignación, mi certificado en mega
mame.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home