Friday, November 24, 2017

No Podría Aguantar El Dolor

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Estaba desnudo, tirado en el suelo, cubierto del pelo más parado hasta la uña más larga, de pintura. Tenía la cara sumergida en un charco de lágrimas. Frente a mí, un cuadro completamente gris. Hace unos días, estaba viendo mis cuadros de hace diez años y ay cuanto he cambiado, ahí frente a ellos me hicieron persignarme de la impresión, la libertad de la despreocupación juvenil que emanaban, vestigio de quien una vez fui, ahí, de mis dedos y cerebro y ahora me azotaba, chillaba y hacia berrinche, qué más da y el sentimiento empeoraba cuando me recordaba que las cosas podrían ser peores, que yo no tenía derecho a quejarme, mi vida era cómoda y había empezado ganando duro; yo estoy en ese pequeño porcentaje de la humanidad que no vive constantemente jodido y yo estoy de acuerdo, pero como sea, no importa cuánto intentaba convencerme de que bien podría ser el tipo más feliz del mundo, plenamente consciente de que reclamaba absurdamente el transcurso natural de la vida de un hombre de mi clase y tiempo, nada me quitaba la tristeza brutal que aparecía de repente y la pesadumbre de luchar contra ella y la falta de energía para hacerle frente y tenía que pararme, vestirme, peinarme e ir a trabajar o me volvería un vagabundo, cochina vida y sospechaba, aun cuando no había estudiado psiquiatría, que vivía deprimido, pero quien no sufre de depresión hoy en día y me decía, levantando la cara al cielo, sintiéndome un poco mejor, que por lo menos tenía mi arte, podía sacar el descontento en forma de cuadros grises que a nadie gustan; es un misterio el gusto popular y todo quien se ha atrevido sabe que producir no es ni un cuarto de la batalla, el verdadero esfuerzo está en ir y conocer gente, decirles “mira mi basura” y que ellos digan “ay está linda” y así, incansablemente, todos los días, hasta que un día, puede que sí, puede que no, pegas y vives de lo que te permite vivir, pero en realidad quien sabe, la verdad nunca he llegado tan lejos, yo sólo pinto y ahí se quedan mis cuadros grises a los que les saco fotos que pongo en internet y desconocidos de Centroamérica parecen disfrutarlos, un misterio esos centroamericanos, pero qué más da, siento que no hay muchos lazos entre yo y el resto de la gente, que estoy muy alienado, veo a las personas pasear por ahí contentas y no me puedo poner en su lugar, es como si hubiera gente que puede volar y yo caminando de aquí a allá, diciéndome que lo que hacen es imposible y me pregunto sobre el futuro, qué va a ser de mí, soy relativamente joven todavía, me quedan por lo menos otros 30 años de vida, y sospecho que sólo va a empeorar, que me volveré más raro todavía y es un círculo vicioso, mientras más raro más solo, mientras más solo más raro, y al final me da un poco igual la gente, lo que me preocupa es el arte, no puedo seguir produciendo cuadros grises para siempre, no por nadie más que yo mismo, si no pasa nada nunca, como parece ser una ley de este pequeño infierno en el que vivo, no va a cambiar mi salida artística, siempre igual y eso sí es motivo de desvelo, y por eso lo sigo intentando, no me canso de intentar cambiar lo que entra para que poder pintar sobre otra cosa, pero por el momento no hay señales de cambio y todavía hay algo peor, que me trague el mundo de verdad, que se me quiten las ganas de producir, que me vuelva un tipo serio, un súper adulto, que no encuentre la razón para cubrirme de pintura, ni gris, ni nada, sólo mierda mundana de lunes a domingo, y me da curiosidad si un día me preocuparé más por la reputación y el estatus que por la calidad de la obra, del siguiente cuadro, me cuesta trabajo imaginar vivir sin esa alegría que da encontrar un tema y empezar a imaginar cómo se vería, claro, ahora quedan grises, pero estoy seguro de que pasara mi etapa gris y, al final, porque no hay de otra, sólo queda seguir produciendo porque cuando la mierda de la vida llega hasta el tope no hay otro escape que el arte, sin él no podría aguantar el dolor.

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