Wednesday, November 29, 2017

El Lactario

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Estábamos en una junta, alucinando del aburrimiento. Sin previo aviso, Lorena Aldo Durango, la única mujer de nuestra área, se paró e interrumpió cuando el jefe estaba a punto de dejarnos ir. Los otros 9 la vimos con horror, “pero qué haces” le decían nuestras miradas, pero rápido las desviamos, Lorena tendía a acusarte de acoso sexual a la menor provocación; vimos la mesa, la pared, la presentación de Power Point y esperamos a que no sea otro reclamo sobre como no se siente a gusto porque nadie la quiere y no era como si no tuviera razón, todo el mundo la odiaba por loca e incompetente, pero más que nada porque abusaba de que no la podían despedir porque todas las áreas tenían que tener por lo menos una mujer. “Tengo algo que anunciar” dijo pasando sus ojos por los presentes, “estoy embarazada” y se quedó callada esperando felicitaciones o yo que sé, pero todo lo que recibió fue ojos hacia arriba y resoplidos, era la décima vez ese año que Lorena sufría embarazo psicológico. “Bueno” dijo el jefe después de segundos muy incómodos “pueden ir en paz” anunció con una risita, chiste del que se arrepintió de inmediato; Lorena, la primera vez que escuchó el chascarrillo, se quejó con los que pagan y el jefe recibió una reprimenda humillante, “esta no es una iglesia” le dijeron y al pobre hombre se le rompió el espíritu. Ahora, temiendo lo peor, volteamos rápido hacia Lorena y más rápido todavía desviamos la mirada, seguros de que se avecinaba una tormenta, pero por lo poco que pude ver, Lorena, al parecer, no se enteró del chiste, estaba colorada juntando energía para berrinche. “¡Esta vez es en serio!” gritó, golpeando la mesa repetidas veces “¡y voy a necesitar un lactario para poder amamantar a mi bebé!”, “pero, Lorena” empezó el jefe, sin verla directamente, viendo, como la veíamos todos, un poco hacia arriba y hacia la izquierda o derecha, ya depende de cada quien, “no alcanza el presupuesto” decía con la voz cortada el hombre a cargo. A eso, Lorena contestó con su usual siempre a la mano discurso de discriminación por patriarcado y machismo y usualmente ahí nos quedábamos tres horas, pero, afortunadamente, mientras la demente mujer soltaba su discurso sin sentido, a mí, echado en mi silla, mordiendo un lápiz, viendo las venas y los tics del jefe callado soportando el abuso, se me ocurrió una travesura. Levanté la mano, “perdón por la interrupción” dije parándome, todos me vieron con sorpresa, “como ha sufrido mucho…” esperé para risas, hubo algunas “ ...me gustaría ayudar a pagar por el lactario”. Todos, menos Lorena, me vieron ya sabiendo que algo traía entre manos, reconociendo mi genio para la ocurrencia. Ella primero me vio sorprendida y luego me sonrió altaneramente como pensando que quería meterme en sus pantalones o alguna idiotez similar y ya me iba a decir alguna guarrada cuando “bien, asunto resuelto” dijo el jefe y todos salimos corriendo antes de que otra cosa pasara.
Con la lengua en el labio superior, enloquecido por la taurina y peligrosa cantidad de THC, diseñaba el lactario en Microsoft Paint. Lorena llegó y yo adopté una postura neutral. “Mi cuerpo te lo agradece” me dijo y yo, por casi no aguantar la risa, no pude evitar mirarla y en esa milésima que la vi, pude reconocer la locura plena, presencié lo que el poder descontrolado regalado puede hacerle a un ser humano, sus ojos eran abismos de demencia, su gesto revelaba que allá adentro no quedaba otra cosa más que disonancia, “madre santa” susurré y me llené de miedo. Me recordó a África después de que se fueron de repente los europeos, no hemos aprendido nada. “Sí, no te apures” balbuceé, viendo mi monitor sin mover un músculo, ella eventualmente se fue decepcionada de que se quedó sin rechazarme cuando, estaba segura, la invitara a salir. Acabé mi diseño poco después, lo imprimí y llevé con el ingeniero Villalpando. Él lo vio confundido unos segundos y “pero este es…”, “aja” le respondí emocionado, “de acuerdo” dijo haciéndome una caricia en la mano, dándome un guiño, yo sólo reí incómodo, un tanto halagado, pero no dispuesto, mi heterosexualidad había resultado gigantesco obstáculo en mi carrera. “Gracias, de verás” le dije yéndome carente de gracia. Llegué a la parte de atrás del edificio. Los muchachos y yo jugábamos básquet todos los jueves a la hora de la salida y hacía suertes con el balón, rebotándolo y pasándolo entre mis piernas, cuando se escucharon los primeros ruidos de la construcción. Tiré, encesté y sonreí viendo el edificio “ha empezado” dije mientras se metía el sol, con el cielo naranja, pájaros volando, el universo me saludaba respetando mi esfuerzo.

Al día siguiente, llegué con refrescos y tacos de canasta, era hora de convivio para celebrar el lactario. Lorena llegó corriendo haciendo el baile de ganas de hacer del baño y así descubrió que habían convertido en lactario al baño de mujeres, el único que había en ese piso, el otro más cercano estaba en el piso seis, en medio del área de relaciones públicas. Ahora, Lorena tenía que subir a esa área que, como suele pasar, está lleno de mujeres, donde, como sólo ellas pueden hacerlo, la destruirían por su horrible actitud, su ignorancia total de la moda o simplemente por diversión, todo ella era sangre en el agua para esas tiburones que disfrutan hacer pedazos a otras mujeres y tendrían incontables oportunidades mientras Lorena esperaba a que se desocupara el baño naturalmente siempre ocupado. Y yo reía a carcajadas en el convivio donde todos estuvimos muy contentos, todos menos Lorena. Uno de los síntomas del embarazo psicológico es la constante ida al baño y ella tuvo que bajar y subir toda esa tarde y resto del poco tiempo que le tomó renunciar. El lunes siguiente a la renuncia de Lorena, llegó Viridiana, una buena mujer con excelente sentido del humor a la que no le importaba compartir el baño de hombres. Se integró de inmediato y a todos nos caía muy bien. El lactario fue lo mejor que nos ha pasado.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Hahahahahaha

5:00 PM  

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