Tuesday, April 26, 2011

Mariquita

Humberto y yo nos conocimos una vez que fue a comprarse un traje para el funeral de su madre. yo trabaja en una tienda departamental. me entretenía contemplando la quietud y la tranquilidad de una mañana de martes, sentado atrás de la caja, carente de expresión y permitiendo a mi imaginación dar vueltas libremente. lo vi entrar, medio calvo, gordo y notablemente afeminado. Humberto era un homosexual de buena familia. había sido educado en las mejores escuelas y su madre se había preocupado hasta el borde de la locura por inculcarle los más exquisitos gustos, mucha clase y gran estilo. poseía un enorme desprecio hacia la raza humana, cosa que sacó de su intolerante madre. odiaba a la mayoría de las personas, todas tan vulgares y tontas, con sus risas estúpidas y sus mentes primitivas, con el sexo y el entretenimiento como únicos intereses. Por esto, Humberto se exponía al mundo sólo para ir todos los días a su club deportivo, ahi pasaba todas las mañanas y tardes. veía a hombres de mediana edad jugar squash, se escondía en la sombra con un cigarrillo fino en la boca y veía los músculos y el sudor y oía los gemidos de esfuerzo y exclamaciones de rabia o alegría. después del show de hombría, se tiraba junto a la alberca a emborracharse con cocteles que uno normalmente sólo ve en la mano de una señora. comía medio bufete y regresaba a su casa a encerrarse el resto del día en su cine. no era inseguro en cuanto a su homosexualidad, no mostraba vergüenza o arrepentimiento, aunque no importaba porque no tenía mucho éxito con los hombres debido a su casi patologica timidez. su madre murió una tarde, él lloró por días hasta que el sentimiento caducó y su cabeza se llenó con los preparativos para el funeral más fino y elegante de la historia, sus palabras, no las mías.

mientras se probaba trajes, dije algo que mostró inteligencia, esto llamó su atención y me invitó una copa. aunque sé que un hombre, en estos casos, saca sus prejuicios de su sociedad, yo no la culpo para nada y tomó completa responsabilidad por creer que aquel homosexual tenía un deseo oculto que me incluía, nada podía estar más alejado de la verdad. yo no soy ningún jovencito y cualquiera de ese bando te diría si le preguntas que yo no soy nada apetecible. todo esto lo vi en sus ojos cuando el vio en los mio lo antepasado. "de acuerdo" respondí con algo de vergüenza, sentimiento que me regresó a su gracia. fuimos a un bar de ricos cerca de donde trabajo. en el momento en que entré, todos ahi olieron en mí el hedor de la pobreza, pero al verme con uno de los suyos, sólo se taparon la nariz y siguieron con lo que hacían. platicamos de diferentes cosas. nada importante hasta que, ya entrados en tragos, le platiqué mi vida. como quería viajar, pero no podía, como quería escribir, pero no lo hacía. mi gran historia de no's y deseos frustados. vi el cambió en su cara, se paró harto de mí, me vio a los ojos y me dijo "usted señor" yo lo miraba colorado, ahi sentado, acostumbrado a narrar mi triste historia como si fuera una lista de cosas que he comido "es un mariquita", se dio la vuelta y desapareció para siempre.

Labels:

0 Comments:

Post a Comment

<< Home