Tuesday, October 26, 2010

never say never-ía

me llegó la noticia cuando estaba en mi cabañita, escribiendo un cuento sobre japoneses perdidos en el tiempo. escribía en un mantelito de cafetería arrugado, con los ojos súper abiertos, muerto de la risa, en mi cuarto amueblado con una cama, un sillón y un escritorio con su silla. el escritorio frente a una ventana que daba al bosque que rodeaba la comuna/pueblo buena onda donde nací, crecí y me volví el encantador sujeto que soy hoy en día. mi primo chuy, un travesti muy varonil que nunca aprendió a maquillarse bien, entró y se sentó en mi cama, hojeó mi libro de groserías en muchos diferentes idiomas y esperó a que acabara de escribir, quien me conoce sabe que no se me interrumpe porque quien se atreva va de inmediato a mi shitlist y esto significa que, aunque soy un vato más que cool, si un día, por cosas del destino, su vida corre peligro y yo soy el único que puede salvarla, no movería un dedo. por fin acabé y volteé a verlo, sonriente. "hola primo chuy" le dije. "hola" respondió, sonriendo. "qué te trae por acá?" le pregunté nada sorprendido de verlo ahí, mi primo chuy a cada rato pasaba por mi cabaña. "ah tenía algo que decirte, pero se me olvidó" y reímos los dos y luego suspiramos al mismo tiempo. el primo chuy ya rolaba un porro, como 15 minutos después, cuando se acordó. "ah ya me acorde!" gritó, dejando caer el papel y la marihuana. "dime, no seas así conmigo, que yo soy tu amigo!" le dije, poniéndome de rodillas, juntando las manos como quien suplica, haciéndome el gracioso, mi primo chuy me acompañó en la risa y contó "el alcalde y alguna extraña te esperan en el centro cívico". puse mis manos en mi cintura y le regalé una cara, diciéndole sin palabras "sinvergüenza", primo chuy levantó los hombros e hizo un gesto que ganó de inmediato mi corazón. salí corriendo como el gran teto que soy al centro cívico que estaba junto a la plaza del pueblo, entre bares y cafés. "adiós chuy!" se oyó a la distancia.

entré al centro cívico, respirando con trabajo. el alcalde de la comuna/pueblo buena onda, me recibió y paternalmente me reprendió "qué pasa contigo, muchacho? acaso a ti te gusta que te dejen esperando?", "no, señor" contesté avergonzado, con los ojos cerrados "nada de nervios" me respondió y puso su brazo alrededor de mis hombros. "alguien te espera" me dijo, abriendo la puerta que da a la cancha de básquet ball. justo en la media cancha había una señorita atrás de una mesa. con sólo poner la vista en ella, el poder del amor me recogió del suelo y floté hasta tenerla cerca, en mis oídos tronaba música hermosa, sin control sobre mí mismo, extendí mi brazo, con nuestros ojos unidos como siameses, sonreí embobado, y le hice una caricia, pasé mi rosada mano sobre su morena y tersa mejilla, el contacto de nuestras pieles robó 10 años de mi vida, si no hubiera sido tan joven y saludable ahorita estaría en alguna fosa común, pero sí fue la causa de un infarto que tendría años después, pero por dios que valió totalmente la pena. el tiempo se detuvo y si alguien me diría que pasó una eternidad no lo duraría ni un segundo. por desgracia fuimos violentamente regresados a la realidad cuando el alcalde aclaró su garganta. pocas veces me he sentido tan incomodo, al regresar me costó tantito trabajo recobrar el control de mi cuerpo. "siéntate" me sugirió el alcalde, que se veía notablemente apenado, apuntando hacia una silla de esas que se doblan de metal. el alcalde se fue, disculpándose con la mirada y asegurando que soy tan inofensivo como el ejército de un país de 3er mundo. "hola" me dijo la señorita, "me llamó lupe, pero de cariño me dicen lupita" e hizo la cara más tierna que he visto en mi vida. "yo soy..." me interrumpió "ahorré la saliva, ya sé quién es, por eso estoy aquí", "no sigo" confesé confundido. "vengo de la capital, invitando a todos los escritores de todas las regiones del país a una conferencia que se celebrará el próximo 14 de febrero... y según me han dicho usted es el único de por aquí" reveló, ahora muy seria, fue cuando me di cuenta que vestía un traje muy elegante y que estaba estupendamente peinada. "ahh" fue todo lo que pude contestar, "que apropiado, el día del amor y la amistad" pensé, dándole argumentos a quien me llama romantico anormal retrasado mental. en ese entonces estábamos a 4 de enero. nunca había salido de mi pueblo y, antes de la llegada de aquella belleza que tenía en frente, nunca me había interesado, pero esos ojos avellana me dieron toda la confianza que necesitaba y con un "ok" rompí el incomodo silencio de unos segundos que siguió. me dio una invitación con todas las instrucciones, yo la invité a que se quedara unos días conmigo y que fuera mi novia, ella soltó una risa, alcancé a ver a la duda crecer en sus ojos, pero en una fracción de segundo, su voluntad y educación la taló y contestó con un nudo en la garganta "no puedo, tengo todavía muchas regiones que visitar" los dos hicimos cara de tristeza. "pero nos vemos el 14 de febrero y te enseño donde vivo", sonreímos emocionados, "ok, es un trato" respondí, coqueto. la acompañé a la salida del pueblo y vi como se alejaba en su pequeño carro viejo azul italiano. "adios" salió de mi como si me hubiera convertido en un muñeco para perros y me hubieran apretado, casi en lagrimas, con ella convertida en un puntito a lo lejos y la oscuridad elevándose por el cielo.

los días se volvieron insoportables, cada segundo se sentía como un mes, cada minuto era una vida y las horas eran épocas enteras. la esperanza de volver a verla me ayudaba a mantenerme yendo y su recuerdo era la pomada contra la comezón que era la espera. sentado en un banco en la nevería de mi familia, la única nevería del pueblo, la nevería "never say never-ía", comiendo helando de mamey y leyendo comics increíblemente graciosos, hechos por un amigo del pueblo, pasaba el tiempo y nunca dudé en ir, ni una sola vez el miedo a lo desconocido se apoderó de mí. la primera salida de mi pueblo se me hacía cosa sin importancia hasta que unas semanas después, acostado en mi cama, al regresar de ver una peli sobre muerte y destrucción, la incertidumbre se escabulló a mi cerebro. "oh mierda" dije, ahora infectado por el miedo, rodeado por la oscuridad y en esa oscuridad me quedé días, aferrado a mis cobijas, a salvo en mi capullo, sintiéndome como un perro. me sentía tan avergonzado de mí mismo, pero con el miedo no se discute, no hay argumento suficientemente bueno para callarlo, siempre en la cabeza susurrando lo peor. "maldita sea!" grité con el sonido distorsionado por las sabanas, con los ojos expulsando lagrimas, con el coraje desbordándose de mi alma y decidí dejarme morir. mientras tanto el pueblo hablaba, decía que me había vuelto loco y nadie se atrevía a irme a ver. el primo chuy afilaba su colección de cuchillos cuando llegó su novia, rodriga. "primo chuy!" gritó, primo chuy no oía por el ruido que hacía el metal contra el metal, rodriga tuvo que acercarse y con un dedo le tocó el hombro, el primo chuy paró de inmediato y encaró a su novia de años, "que pasa, chula?" le preguntó con su peluca vieja de chinos güera un poco desacomodada. en su cara leyó de inmediato que algo horrible me pasaba, mandó todo a la fregada y corrió en sus tacones hasta mi cabaña, gritando "aaaa!" y quien lo vio puede jurar que el hijo de la verga se veía como en esas pelis viejas en cámara rápida, todo esto provocó gran risa en la comuna y sería recordado por años. el primo chuy entró violentamente, "que te pasa?!" gritó al ver mis sabanas malolientes y yo hecho un cadáver viviente. "pero mi primo chuy..." confesé con mucho trabajo, muriendo de inanición y el sonido siendo bloqueado por la enorme pena, "tengo miedo!" y sentí que el mundo colapsaba. tapé mi cara con la cobijas, no era capaz de mirar a mi primo chuy, no podía permitir que nadie me viera, me creía un horrible monstruo, deforme y asqueroso. pasó un segundo y el primo chuy no dijo nada. el horrible estruendo que oía al confesar mi mal paró y pude oír a los pajarillos cantar alegremente, sentía a los engranes de la vida seguir girando, nada había pasado. de pronto, sentí como el primo chuy se sentaba en la cama y quitaba las cobijas de mi cara. mis ojos cubiertos de lagrimas y lagañas encontraron su cara amigable y sonriente. "nada de nervios" me dijo y con la parte exterior de la mano me hizo una caricia en mi cachete, su toque me garantizó que viviría para siempre o por lo menos que aceptar mi mortalidad era algo que tenía que hacer tarde o temprano y que mejor tiempo que ahora. le sonreí de regreso y poco a poco levanté mi puño hacia el cielo. la victoria sería mía. trabajé en mi estilo y me preparé para ser el mejor. leí mil libros y escribía a un ritmo vertiginoso. me sentía mejor que nunca y estaba listo para todo.

la noche antes de partir se organizó una pachanga descomunal. yo era bien conocido en la comuna/pueblo, pero tampoco era secreto que cualquier razón bastaba para dejarse ir. tocó Afrika Bambaataa y todos bailábamos y tomamos y nos la pasamos mejor que nunca. a la mañana siguiente me despertó el primo chuy, "es hora". me vestí con un trajecito que mi madre había comprado a los 15 años, color gris. al rededor de mi cuello una corbata azul oscuro y en mis pies los zapatos negros de mi difunto padre. acomodé mi cabello, serio como musulmán. tomé mi mochila llena de cigarrillo y calzoncillo y caminé seguro de mí mismo hasta la parada de autobús. todo el camino a la capital, leí, carcajeándome durísimo, cuentitos que había escrito el último mes. por fin llegué. leí detenidamente las instrucciones, la convención iba a ser en el mismo hotel donde tenía reservada una habitación. "al hotel madison!" le grité, emocionado, al chofer del taxi, "ash, que gato" oí que me dijo entre dientes, esto me cohibió un poco, pero fue sólo un diminuto tope para el tanque que era mi entusiasmo. llegamos, pagué más de lo que debía y salté fuera del taxi. corrí dentro del hotel, entré al lobby, lo admiré un rato, "pero qué bonito lobby" le comenté, de muy buen humor, a un botones que me miró indiferente. pregunté a la bella recepcionista sobre la convención de escritores, "por allá" me dijo con una voz anormalmente grave y señaló una puerta dorada con diseños asombrosos. "oh ok" le dije, le di la espalda y me alejé lentamente de ella, aguantando la risa. entré casi corriendo al salón y me estampé contra una muralla de clones. mil personas iguales, todas hablando al mismo tiempo sobre ellos mismos, sobre sus cuentos largos y daban sus opiniones sobre todo tipo de cosas. "mierda" fue todo lo que pude decir al contemplar semejante espectáculo. sentí un dolor en el corazón y busqué la mesa de registro, un poco intimidado por todas esas caras duras y frías. "hola" le dije amigablemente a un moreno con suéter y lentes, sentando en la mesa de registro. "de donde viene?" preguntó, apático, "amm... Cuaxolotlpan*" le contesté, desconcertado, "qué le pasa a toda esta gente?" me pregunté, perdiendo el ánimo. "mesa 89" me dijo y me dio una estampa con mi nombre, todo ese tiempo no me miró ni una vez. agarré la estampa, me la pagué y me alejé con la amargura creciendo. encontré mi mesa vacía. contemplé a la multitud y me sentí más solo que nunca. del pantano horrendo que se había convertido mi mente creció una flor, me acordé de lupita y mi corazón despegó hacia el cosmos del amor. mis chapitas se colorearon. "ah lupita" con sólo pensar en su nombre regresó a mí la emoción. "oh lupita, dónde estás? dónde estás, mi amada?!" y salí corriendo, desesperado, en su búsqueda. la busqué aproximadamente 5 minutos y al encontrar sólo el fracaso, me rendí, sintiéndome como la más miserable de las criaturas. oh pero del bolsillo justo sobre mi corazón empezó a arder la salvación. una sonrisa creció hasta ocupar ¾ de mi linda cara y saqué violentamente el porrito olvidado y lo levanté, triunfal. "de puta madre!" le grité al porrito, emocionado. mi cabeza se puso en modo de fumado inmediatamente. encontré una puerta que daba a un jardín y, como cual ninja, ya estaba afuera en un jardincito perfecto, parecía la vida lo hubiera hecho sólo para mí. acomodé mi cabello, saqué la lumbre y antes de que me diera cuenta ya bailaba en nubes. miré el cielo azul, miré las flores y la felicidad se volvió a apoderar de mí. "que es la vida? quien soy yo? que estoy haciendo aquí?" me pregunté, fascinado por la existencia, llenándome de baba. me alejaba cada vez más de la realidad, con el porrito ya parte del pasado, cuando de unas bocinas se oyó "estamos a punto de comenzar, vayan a sus mesas". me le quedé viendo a una bocina, ocurriéndoseme que estaría chistoso que alguien se alarmé al pensar que hay un pequeño hombre metido ahí. una señorita me vio sentado con cara de idiota, se acercó, me dio una palmadita en el hombro y me dijo con voz cariñosa "vamos, guapo", le sonreí y fui a mi mesa.

llegué a mi mesa. ahí había otros 2 sujetos. uno con diamantes en las orejas, paliacate abajo de una gorra de los yankees y pantalones como 24 tallas más grandes. unos tenis súper padres con grafiti de mujeres desnudas con cara de orgasmo. el otro sujeto era un tipo desarreglado, pero bien vestido, despeinado, demacrado y en la boca un cigarrillo maltratado sin prender. había una silla entre los dos y la tomé. "hola" les dije, "que onda" me dijeron los dos al unísono. esto nos dio risa a los tres. nos presentamos: el de look urbano se llamaba johnny g y el otro se llamaba ramón. teníamos muchas cosas en común, como nuestro amor por los culos gordos y la marihuana, el licor y los tres poseíamos esa visión particular que vuelve a la vida un festival larguísimo. comenzó la conferencia, pero a nosotros nos importó poco. ramón sacó tres vasos y una botella del whiskey más rico que he probado en mi vida. empezó la borrachera. al apagarse nuestras risas después de dinámica y excelente divagación, ponía tantita atención a lo que decían los conferencistas, pero no importará cuanto lo intentará no entendía nada y parecía que estuvieran leyendo una lista de palabras al azar. Ya estábamos cayéndonos y gritando y fiesteando duro cuando la conferencia llegó a su fin. "gracias, nos vemos el próximo año". en ese momento noté lo feo que nos estaba viendo todo el mundo. "ustedes" llegó una viejita "le dan mal nombre a la literatura" dijo con coraje en los ojos. ramón la tomó y le acomodó un beso baboso, la señora salió corriendo. los tres rompimos en carcajada. mi corazón era un rompecabezas casi terminado de una imagen en extremo graciosa, la única pieza que faltaba era mi lupita. pensaba esto viendo a mis dos nuevos amigos, saliendo del salón, cantando y abrazados como es propio de los borrachos. la resignación ya tomaba posesión al sentir golpecitos en mi hombro, "otro mamalón" pensé al darme vuelta, estaba alegremente equivocado, frente a mí encontré a lupita, sonriendo, con sus chapitas coloradas, con sincera alegría en sus ojos. "lupita" murmuré, con el corazón explotando por una bomba de amor. la tomé de la cintura y le acomodé el beso más tierno que he acomodado. "atrevido" me dijo, juguetona. "la seguimos a mi casa?" sugirió, al ver mis chapitas de borracho y a ver a mis amigos confesándose su cariño. "ok!" y la tomé de la mano, le dije a los muchachos y salimos al estacionamiento, al carro de lupita, con nuestro amor joven desbordándose por los ojos, y fuimos muy contentos a una tarde que sólo un accidente horrendo podría sacar de nuestras memorias.

lupita vivía en una casa de un piso en Coyoacán. las paredes estaban tapizadas con libros y cuadros súper padres. su casa me recordaba un poco a mi cabaña, la verdad no podría decir por qué. nos sentamos y tomamos toda la tarde. los porros empezaron a correr y las risas no se detuvieron un segundo. era como si toda nuestras vidas hubiéramos estado esperándonos los unos a los otros. lupita nos contó que no era coincidencia, ella, al conocer nuestro trabajo y nuestras personalidades, nos había sentado juntos y sabía que nos llevaríamos excelente. fue en ese momento que el amor que sentía por ella evoluciono a algo serio. lupita era la mejor artista de los cuatro y johnny g, ramón y yo lo sabíamos. guardamos un segundo de silencio, mostrándole nuestro respeto a la anfitriona de tan magnífica velada. "lupita... eres la mejor" le dije con tres bocas en mi cara, hablando por las dos nuevas, ella me contestó de igual manera que lo sabía, reí tiernamente. la fiesta continuó hasta que cayeron Johnny g y ramón. sólo quedamos lupita y yo. "las 6:00" vi en el reloj de la pared, mi camión salía en 30 minutos. "lupita" le dije, con un dolor descomunal brotando de mi alma. "yo sé" dijo ella, también torturada por sus sentimientos. "nos volveremos a ver?" le pregunté, recordando todo ese cine cursi que siempre quise aplicar, "never say never...ía" respondió y los dos reímos bonachonamente con lagrimas en los ojos. nos paramos muy cerca el uno del otro. "mándame tus cuentitos" lupita siempre pensaba en su trabajo, "de acuerdo" le dije y nos besamos hasta que intercambiamos el sabor que teníamos en la boca. la boca me supo a una dulzura natural, la de ella le debió haber sabido a papitas, porro y cerveza. "hasta luego" le dije, regalándole una sonrisa. tomé mi mochila y salí a la fresca mañana, a las calles vacías y al silencio.

*Cuaxolotl es la diosa del corazón en la mitología azteca, quiubo