Tuesday, May 22, 2012

he visto el futuro

cubierto de sudor y con los rayos del sol cayendo sobre mí, desperté de un sueño fantastico que me enseñó el porvenir. "es el futuro" dije sonriendo, todavía con los ojos cerrados. no podía esperar, tenía que actuar. me incorporé, tomé un pedazo de papel de mi buró y un lápiz. inhalé tan duro como podía, volteé hacia la ventana y fui deslumbrado por la luz. mis fosas nasales volvieron a expandirse violentamente, mi corazón se aceleró un ritmo y en la hoja arrugada de papel escribí en manuscrita un poema, escribí lo mejor que pude el futuro.

querida rodriga
viento marchito
vuelves a mí como el espíritu
conciencia perdida
trepidaciones de lo nuevo 
melancolía arruinada
sentimiento oxidando
vamos todos a la culminación
vamos todos al principio del final
querida conchita
querida cecilia
es la marcha de lo perdido
estoy preparado por el olvido
apocalíptico seguimiento
atrevido modo
el tiempo se ha tragado a sí mismo
es hora de continuar sin margenes
es hoy, es el futuro

doblé el poema, lo guardé en el cajón del buró, me arreglé el cabello y me preparé para lo que seguía.

mi abuela estaba en la sala sentada fumando frente al televisor. veía seria sin mucho interes mi legado a la humanidad, mi contribución a la cultura. una tarde de agosto con mucho viento, sentado en una banca en un parque vacío, se me ocurrió, rodeado de hojas marchitas volando, una televisión que no fuera ni chistosa ni triste, que no asustara, que no le subiera a la lumbre de la lujuria. se me ocurrió algo que exprimiera el odio, algo que violentara el corazón del espectador, un pequeño espía que jodiera con la presa de desprecio que todos tenemos dentro. la gente que veía el producto de mi ingenio se encontraba invadida de profundo y corrosivo odio. le sonreí a la nuca de mi abuela. me había mudado a su casa desde hace muchos años, mi misión era esperar su muerte y avisar a la familia. era una señora pequeña y con clase de sobra y a nadie, en su funeral, le hubiera gustado verla putrefacta ni reencontrarse con la naturaleza. muchas de esos familiares y amistades, por cierto, ahora estaban muertos y yo seguía en su casa, esperando el día que la encontrara frente a la tele con quemaduras de cigarro en la ropa y vacía de vida. "abuela" llamé, ella movió un poco la cabeza hacia la ventana abierta de piso a techo con pesadas cortinas color vino a los lados y unas más suaves, casi transparentes, empujadas por el dulce viento que entraba. "he visto el futuro" le dije emocionado, "yo" le dio una fumada a su cigarro, liberó el humo y "también" se oyó de todos lados. me quedé viendo unos segundos su cabello perfectamente arreglado. mi abuela es una señora muy elegante y yo la quería mucho. salí del trance provocado por su cabeza y corrí a la cocina a tomar uno de los capuchinos magnificos de la señora consuelo, la mujer encargada de limpiar la casa.

encontré a la señora consuelo, como siempre, sentada en un banco, cantando como un angel que ha sido violado. la señora consuelo era una señora medio gorda de cabello negro largo y ondulado. una vez guapa, ahora masacrada por el infortunio y por el tiempo. pálida y sencilla. vestía modestamente y era muy callada. su mirada delataba que había vivido algo horrible, en sus ojos había una tristeza desgarradora, una miseria honda a la que ya estaba acostumbrada, marcada para siempre en el pavimento de su psiche. su corazón era el epicentro de una bomba atomica de sufrimiento. nunca salía de la casa de mi abuela, vivía en un pequeño cuarto en el jardin. un día me metí a explorarlo y no encontré nada sobre su pasado, sólo, hasta el fondo de su cajón, una foto arrugada con marcas de gotas en blanco y negro de un niño sonriente. cantaba llena de sentimiento, la canción salía lenta y grave como el humo de una chimenea. cantaba con los ojos cerrados y con los puños apretados pegados a ella, retorciéndose por la emoción tan grande que recorría su cuerpo. me quedé en el umbral admirándola, impresionado por la muestra de sentimiento. se me ocurrió una travesura. me acerqué poco a poco, con ella abstraída en su canto. paso a paso fui llevando mi cara cada vez más cerca a la suya. con su aliento estrellándose contra mio "consuelo!" grité, asustándola. del susto se pegó en la cabeza fuertemente contra la pared. su cara de susto y dolor se tatuó en mi memoria. unos segundos para que la señora consuelo regresara a mí por completo. de regreso en este mundo que la odiaba, del que trataba de escapar cada chance que tenía, encontró mi cara colorada y sudorosa, mis ojos llenos de burla macabra y esa inocencia del que no ha vivido nada y mi boca enmarcada por juveniles y carnosos labios, formando una mueca de superioridad altanera llevada al mundo por mi infancia llena de lujo y privilegio. sus ojos me lo dijeron todo y todo me hizo mucha gracia. con la mano en la cabeza se terminó de levantar del banco y esperó ordenes, resignada, acabada, con sólo la muerte como escape. "un capuchino" le dije caminando hacia la ventana que daba al enorme jardin. la señora se puso a trabajar de inmediato. el jardin con el pasto tan verde como este planeta puede ofrecer, el cielo azul claro y limpio sin una nube, el día enseñando una belleza que parecía me era dedicada. una felicidad incontrolable brotaba en mi pecho como petróleo de la tierra, como un géiser en acción, empapándome por completo de una satisfacción existencial que no merecía en lo absoluto. mi capuchino apareció a mi lado. un trago y olas de sabor bañaron mi lengua y mi paladar, un placer sin igual explotó en mi cerebro. la cabeza me daba vueltas de alegría, de tanta plenitud, del futuro y mi don de entenderlo y tener los medios para hacer algo al respecto. noté, de pronto, un gota roja caer en el marco de la ventana, toqué mi nariz, en mis dedos preocupante cantidad de sangre. en un segundo, sin aviso alguno, un dolor insoportable se expandió por mi cabeza y me jodió por completo. antes de que me diera cuenta todo se venía abajo. el cerebro se me derramaba. caí al suelo con los ojos hacía atrás, con mi cuerpo convulsionándose. vi la cara de la señora consuelo, viéndome seria, siendo testigo, tal vez sin poder creerlo, tal vez dandole gracias a todo que por fin algo se le cumplía, tal vez sólo ahí parada con la mente en blanco como el sucio animal que era, de mi ida al infierno. "el futuro" salió de mi boca llena de espuma, de mi cara deformada, con un poco de buen humor sobreviviendo el susto del sorpresivo derrame cerebral. "he visto el futuro" pensé mientras moría, "he oído la promesa".