Friday, April 19, 2013

1000 veces de 1000

19

volaba a toda velocidad por el cosmos, con los ojos en blanco, los dientes apretados, en completa armonia con la creación. saturno, neptuno, plutón, la vía láctea, el universo entero explotaba, se destruía y se creaba un millón de veces, la vida empezaba y acababa en un parpadeo. uno con todo, en mí, dentro de mi cabeza, proyectándome sobre la pantalla verde mental, esa sabana apestosa y sucia que llamo mi mente. estaba en posición de loto, con los ojos cerrados, acariciado por el viento, meditaba en la azotea de mi edificio rodeado por aire visible, tinacos y tuberías, en forma, muy peinado y bien vestido, preparándome. "oi!" se escuchó proveniente de la negrura del espacio, "oi! alphonso!" y abrí mis ojos. parada frente estaba giovana vestida en pants y sudadera gris desgastada con un osito morado despintado, con un boombox en la mano, era su turno de usar la azotea. giovana era mi vecina, nunca había ido a la escuela y me había visto entrenar los pasados 10 meses, me había visto domar mi mente y cuerpo. 999 veces lo había intentado y 999 veces había fallado, me había traicionado, de rodillas, derrotado. cada vez regresaba mi código, mis principios, prisionero de mí mismo, incapaz de perderme por completo, renunciando a mi misión, apuñalándome por la espalda. al perder, como una bestia miserable, regresaba a mi cuarto a llorar, a engordar y a masturbarme hasta que mi pene quedaba como globo rojo desinflado. meses después salía del hoyo, me desenterraba para volver, como un adicto, orgulloso y terco, sin falta, a encararlas, sin entender realmente de que se trataba. no había de otra, costara lo que costara, tenía que cruzar esa puerta, tenía que conocer ese mundo. sabía que esta era mi última oportunidad, tenía otra caída, pero no otra recuperada. "oi!" gritó giovana. muy a su pesar estaba secretamente enamorada de mí, nuestro amor no florecía porque yo no tenía idea de que me quería, era secreto, ella no me decía porque odiaba al presente yo y no podía esperar a que creciera en el hombre en el que me convertiré un día que sea viejo. era bailarina y rapera, la mejor mujer que he conocido. me levanté y la vi, hacia abajo, era un poco más chaparra que yo, a sus ojos súper lindos castaños, brillando por la luz de la tarde, un rizo suelto se agitaba rebelde en la brisa, entre nosotros electricidad, los segundos se alargaron, la duración en nuestro corazón se descompuso, pudimos estar ahí parados uno frente al otro toda la vida. le regalé una sonrisa, "deséame suerte" le pedí, haciéndome el gracioso, como quien bromea antes de irse a una guerra sin sentido, con nuestras miradas vueltas una, en absoluta sintonia. de un segundo a otro, sus ojos, trémulos, fueron cubiertos por una película de dolor, me hizo una caricia en el cachete, poseída por el sentimiento, y bajó la mirada, "estúpido" susurró, yo no me daba cuenta de nada. "suerte" me dijo para que me fuera. salí emocionado y decidido hacia las escaleras. ella, seria y concentrada, sintiendo el malestar, fue al centro de la azotea, muy derecha se quedó parada un segundo, empezó la música y explotó su danza magistral contemporanea mezcla con hip hop, la máxima unión entre la nueva y la vieja escuela. ejecutó cada paso como un súper volcán de emoción haciendo erupción, con su trenza volando aquí y allá, expulsó la tristeza fuera, trascendió este mundo y bailó hasta desaparecer, hasta ser no más.

llegué oliendo rico y viéndome mejor que nunca, guapo como me soñó mi madre durante su embarazo, mi mejor versión. comí un hot dog afuera para aplacar los nervios, fumé un cigarro, chupé una menta y entré después de contar hasta 10. el lugar ya estaba a reventar, oscuro, ruidoso, lleno con su perfume seductor, su misterio fascinante y yo me sentía un cazador apto, esta vez, creía en mi ceguera, la tarea era mia y la acabaría sin falta, tomaría todo y no dejaría nada. creía que sabía que estaba pasando, con la mente y el corazón bien entrenados, engañado, suponía era una cuestión de voluntad. me adentré en la oscuridad sin mirar atrás. fui a emborracharme con vodka y bebida energizante, tenía que volverme uno de ellos, un animal hiperactivo, tenía que matar al recuerdo y la consciencia. contuve mis maldiciones provocadas por los precios y 15 tragos después estaba listo para empezar la cacería. noté de inmediato la competencia, recordé mi entrenamiento y mis complejos e inseguridades se mantuvieron a raya. me interné en la selva de criaturas magnificas, llenas de promesas, con su atroz belleza dándome puñetazos en el pecho. boquiabierto, marché entre la obra maestra de la sadica, salvaje y brutal naturaleza, la última generación de maquinas de muerte. me acerqué a una, el primer contacto, sentí el espíritu flaquear, pero como piloto consciente, pero en negación, ante la primera falla en avión condenado, no le dí importancia y bailamos pegados. apenas veía sus ojos, pero cuando un destello los tocaba, no había duda de que ahí no había alma. baile con todas las ganas, pero no fue suficiente y me dejó sin decir palabra. me quedé parado un segundo, recordando que la revisión es inútil, "sólo sigue la marcha" apareció automaticamente y allá fui. apareció otra, bailamos y empezaron los juegos que nunca he entendido y que siempre me agarran desprevenido. no respondí como se debe, por reflejo intenté usar el cerebro, primer y más grave error. desesperado, respirando con trabajo, regresé a reagruparme a la barra. era ese que estudia con ahínco todo lo que no viene en el examen, había perfeccionado una coreografía en patines para la competencia de surf en impredecibles y despiadadas olas. "oh no" me dije perdido en la confusión. un laberinto sin salida. la conciencia de mi falta de dignidad y autorespeto empezó a brotar, como siempre, la misión estaba a punto de ser fallada y me iba a dar cuenta de que estaba haciendo. me estorbaba eso de que dependia todos los días. "no!" grité y me dejé llevar. me lancé al precipicio de la pista, sin freno, libre, despreocupado, convertido, integrándome a la dinámica, con el orgullo y la urgencia destruyendo toda pizca de humanidad, borrando el código.

estuve muerto unos segundos, me revivió el sol de la mañana. poco a poco abrí los ojos y me vi enterrado en jovencitas desnudas increíbles, salidas de mis sueños adolescentes, en un cuarto rosa en el que nunca había estado. mi pene erecto todavía. "no jodas" me dije sorprendido, con el masacre de la cruda eclipsado por la placidez y la alegría. fui a un espejo y me vi morado, recuperando poco a poco el color. admiré la cama ocupada toda por perfección superficial, vi mi erección, un olor a salud y juventud me llegó desde abajo, "uffa" dije impresionado. me vestí y salí contento. en la calle, la mañana me dio 5, sentía haber cruzado la meta de un maratón de años. "que cosas" me dije subiendo al microbus vacío, de buen humor, yendo de regreso a mi casa. el silencio de la mañana en fin de semana le daba matices de procesión solemne a mis rebotes en el trayecto, era el paseo del vencedor, la vuelta olimpica del oro, el desfile de la victoria. veía en la ventana, reflejados, encantándome, haciéndome reír como un niño, pequeños bien formados senos y levantados súper tridimensionales traseros, regresaba a mí el aroma de la carne, la frescura de todo ese sexo magnifico del que no me acuerdoba. lo creí todo gloria, de ahí en adelante sólo triunfo, sólo victoria, pero, de pronto, el cielo brillante de mi humor fue invadido por nubes extrañas. "jejé" escuché como un manazo brusco. volteé, ahora con un presentimiento funesto, un vago salido de la nada, en la parte de atrás del microbus, reía burlón, mirándome fijamente, contribuyendo a la sensación que crecía en mi pecho, noté mi mano temblorosa. "jejé" volvió a reír el vago, convulsionándose, me le quedé viendo, temiendo como animal ante tsunami. "qué pasa?" dije, haciendo berrinche. "puedo olerlo... jejé" dijo el vago, llegó a mí el fetido hedor de su boca podrida y, bajo mayor inspección, caí en cuenta de que se masturbaba. "puedo olerlo... puedo olerlo en ti" me dijo tocándose con violencia. hice cara de espanto y regresé la vista hacia adelante con mi sensibilidad herida, levanté la mano a la altura de la cara, temblaba fuera de control. algo no estaba bien, todo daba vueltas, fuertes convulsiones recorrían mi cuerpo y luego, luego sentí un fuerte dolor placentero en mis genitales, bajé la mirada, sorprendido y extrañamente excitado. con los ojos desorbitados miraba en completo suspenso mi entrepierna, algo pasaba allá abajo. "ahhh" mi cara fue atacada por los dientes de la bragueta, como un bebé alien, surgió mi pene furiosamente erecto, juraría mi uretra emitió un pequeño rugido. se había abierto camino a través de mis calzones y había destruido el cierre de mi pantalón. miré mi miembro unos segundos, estupefacto y aturdido, hasta que fui sacado de mi asombro por "puedo olerlo!" el grito del vago con la cabeza contra el asiento de adelante tan duro que sus sesos y sangre mojaron mi nuca y mi cabello. "dios" suspiré, reconociendo que nada iba a hacer igual, mi vida estaba arruinada, tenía que renunciar a todo y volverme un animal. con la vista hacia adelante, llorando amargamente, pensando con tristeza en giovana, sabiéndome un imbecil, resignado a mi condena, "qué he hecho?" le pregunté a mi pene.

Wednesday, April 03, 2013

equipo de boliche de señoras

18

margarita moría por dentro, viendo al perro lamerse los testículos y el pene. con un puro de marihuana quemándose despacio, veía, antes de que el angel de la estupidez le robara todo, su cuerpo joven, parada frente al espejo, admirando sus senos firmes, sus muslos gordos y sus genitales amigables, listos para recibir. veía en la lengua paseante de su perro sus sueños caducos, sus esperanzas marchitas, sometidas y oprimidas bajo la dictadura de la mentira, sentada, embrutecida por tanta marihuana. le juraron amor, le prometieron status, la amenazaron con soledad, ahora todo lo que quedaba en su corazón putrefacto era amargura y resentimiento y en su pecho explotaba un dolor para nada fisiologico. moría margarita, moría poco a poco y en sus oídos, sentada en su desayunador, a las 9 am, bañada por la luz cariñosa de la mañana, rodeada por los sonidos de los suburbios, "el boliche, margarita, no es para señoras, no, no... por lo menos no señoras bien, margarita, no señoras bien, el boliche, margarita, no es para mi mujer, margarita, no mi mujer, no, no" tenía los ojos casi cerrados, respirando lentamente, cansada, con la vagina espiritual llena de dolor por tantos años de violación. suspiraba de repente, viendo al perro lamerse. se reclamaba ser tan tonta, ser tan cobarde, por bajar la cabeza cuando la policia de la mujer vino a decirle que no se atreviera a soñar. veía el desfile de los años pasar frente a ella, veía el atropello, veía el abuso, se veía a ella misma sumisa, se veía a ella misma como una esclava. ahora, margarita, la humana, sentía en sus manos el ardor del rifle tirado demasiado temprano, ni siquiera había romance de lucha, sólo se rindió, convencida por insulsa propaganda y no había nada que recordar, su memoria estaba llena de patadas y una boca coronada por bigote y la cara de animal, los ojos vacíos, el ansia lujuriosa, moviéndose sobre ella, ultrajándola, rompiéndola por dentro, succionándole la humanidad, despojándola de sí misma, de su esperanza, de sus sueños. "no, margarita, el boliche no es para señoras, no, margarita, como te atreves, como te atreves, margarita" y en su boca se quemaba dulcemente el puro de la marihuana que le vendía todos los domingos el joven vecino peterson mientras el marido, de margarita, no del joven peterson, roncaba frente a la televisión con el fut bol a todo volumen. su único alivio, un respiro, una pausa, la postergación de la locura le llamaba a esos porros gigantescos que fumaba cada vez que tenía chance, cada vez que su marido se iba a trabajar.

era la final del torneo de boliche y le había prohibido, por capricho, ir ganar ese trofeo por el que tanto se había esforzado. podía seguir muriendo por dentro o podía decirle al mundo entero que se jodiera y salir a buscar eso que le pertenecía. un brillo empezó a crecer de los ojos antes muertos de margarita y, como pueblo suficientemente reprimido, sabía que hora era, era la maldita hora de la libertad, era hora de pararse y levantar el puño, ponerlo en el aire, salir a buscar tantita salvación. en lo que margarita movía la cabeza mientras pensaba lo pasado, en su puerta, apareció una pequeña cara junto a una bolsa de boliche, era su amiga ruperta. "margarita!" gritó ruperta, emocionada, "margarita!" gritó fuera de sí, golpeando con los puños y su cabeza la puerta de vidrio que daba al jardin. la señora gorda con pelo chino despertó de su trance y lentamente volteó a ver a su amiga en la puerta, perdida en la emoción. una decisión ya había sido tomada, era hora de romper las cadenas de las convenciones ridículas y arcaicas impuestas en ella por un derecho masculino imaginario y reclamar lo que le pertenecía como ser humano, como persona. "sí!" gritó margarita con el porro volando, cayendo gracioso sobre un cenicero con forma de cangrejo, espantando al perro, con la cabellera que una vez provocó mucha envidia de regreso en acción, en el aire, ocupándolo todo, "sí!" volvió a gritar, corriendo torpemente hacia su closet. sacó su bola de boliche, regresó a su cocina contenta como no se acordaba desde cuando, salió al jardin y, como firmando su independencia, le dio un sonoro 5 a su pequeña amiga ruperta. "sí!" gritaron las dos, celebrando los nuevos tiempos, conmemorando este día, el día de la independencia tan esperada. en la calle las esperaban consuelo y gertrudiz en un convertible rojo y brillante, las dos con su uniforme rosa con flores, las dos cantando, aplaudiendo y bailando "modern love" a todo volúmen. margarita y ruperta llegaron corriendo, subieron de un salto y salieron a toda velocidad, gritando las cuatro, listas para empezar a vivir, listas para derrocar al regimen. salieron con las manos en el aire, dejando marcas en el pavimento, al boliche a unas cuadras.

A TODAS MIS AMIGAS QUE SUFREN EL YUGO DE LA MIERDA DE SUS NOVIOS