Tuesday, June 08, 2021

El Método Checoslovaco

 113

Fui a tomarme un cafecito con mi prima la Susy. “Ruperto, tú eres un bueno para nada y nadie te quiere, ¿no es cierto?”, “ay, salvaje, no metas tanto el dedo en la llaga en mi autoestima” e hice una cara picara, tratando de hacerme el gracioso, indiferente a mis defectos y al hecho de que soy un tipo realmente súper insoportable. Mi prima la Susy sólo me lanzó una mirada/latigazo al alma, diciéndome que no tenía tiempo ni paciencia para mis tonterías y desvió sus preciosos ojos marrones, depositándolos directo en la nada. Pensaba la Susy, reflexionaba sobre su siguiente movimiento. Yo, mientras tanto, pasaba el rato en la incomodidad del silencio, a gusto, acostumbrado, disfrutando de la vida. Bebí un poco de café, prendí un porro, miré a un lado, miré al otro, a ver si me encontraba a alguien. Para mi sorpresa y la de nadie más, la plaza donde estaba el café, estaba vacía, la gente ocupada, en sus oficinas, yo era desempleado y no sabía en qué mes vivía, menos que hora era, estaba independizado del tiempo. Era libre para desperdiciar mi libertad. Pensamientos como el anterior eran normalmente el inicio de una sumergida larga y seria en la filosofía aficionada acerca de qué significaba ser un desocupado y la sociedad y mi papel en ella y etc, pero mi prima la Susy le puso un alto a mis pensamientos morbosos sobre mí mismo. Habló por fin. “Bien” dijo, con brillo deslumbrante emanando de toda ella, “te tengo una misión” y de inmediato hice cara de “¡AYYY NO, NO ME TORTURES CON RESPONSABILIDAD!”. Cómo sabía perfecto con quién lidiaba, mi prima cerró los ojos, me enseñó las palmas y movió sus lindas e intactas manos de un lado a otro para asegurarme que su oferta implicaba cero esfuerzo. “Ruperto…” me dijo haciéndose para adelante sobre la mesa, tomando mis manos, con su mechón no amarrado bailando gracioso en la brisa, “…eres peligrosamente incompetente y es justo lo que necesitamos” y me contó sobre el método checoslovaco. Durante la segunda guerra mundial, cuando los nazis invadieron lo que en ese entonces era Checoslovaquia, los checos, en lugar de ponerse al two por two con los nazis, mejor decidieron dejar de echarle ganas a todo, arrastraban los pies, cooperaban pero con desgana, le dieron rienda suelta a su desidia y como resultado le hicieron la vida imposible a sus fascistas invasores, logrando más que otras resistencias. “Sólo tienes que ser tú” me dijo la Susy viéndome a los ojos. Yo me emocioné de inmediato, contento de poder ayudar, deseoso de un mundo mejor o por lo menos diferente, pero no acababa de entender realmente cómo y lo iba a decir, pero antes, mi prima, que me conocía tanto que al verla me ruborizaba, puso su dedo muy bien formado sobre mis sensuales y esponjosos labios. “Cállate” me dijo con ternura y reveló que ella pertenecía a un grupo revolucionario que quería tirar al gobierno. Me platicó también que había enamorado a funcionario muy importante y que por eso de que era influyente, podía inadvertidamente colocarme en un puesto donde podría hacer la mayor cantidad de daño simplemente siendo yo mismo. Sin esforzarme o intentarlo siquiera, sabotearía al funcionamiento del gobierno con mi brutal e incontrolable tendencia a hacer estupideces y mi incompetencia natural y catastrófica. “El método checoslovaco” le dije después de poner cara de idiota y pensarlo unos segundos, ella me sonrió asintiendo, “así es, Ruperto, así es”.