Friday, July 31, 2015

Vacas En El Campo

55

Cristina soltó un pequeño casi inaudible pujido, era su manera de venirse, habló unos minutos sobre virilidad, luego se quedó dormida. yo me quité de encima, me senté al borde de la cama, con los codos sobre los muslos, y vi la oscuridad, sintiendo sólo fastidio; era hora de un cambio.

me fui con las vacas. me dirigí a pradera infinita que se extiende hasta que la imaginación se acaba, se extiende tanto que puedes correr hasta derrumbarte sólo para darte cuenta, con la cara cubierta de tierra, abriendo y cerrando los ojos por incredulidad, que apenas empieza; o por lo menos eso decía el folleto. mentiras. cuando llegué, por las ventanas del camión apareció una pradera chica y no súper verde como en las fotos. el pasto era medio gris con café y olía raro, aunque debo decir, era poseedora de cierto encanto. el camión se detuvo, tomé mi mochila, salté fuera y vi, en pleno atardecer, mi temporal hogar, dejando entrar el extraño aroma, acariciado por la brisa del campo de las vacas. mi nariz, acaparando toda la potencia del CPU, no dejó ver a los ojos las enormes criaturas que aparecían, colina abajo, con las primeras estrellas del acaso. "hola vacas" le dije a verlas ahí mugiendo, siendo ellas mismas, ocupándose de sus asuntos. "de acuerdo" le dije al destino, listo para seguir y abandoné el duro pavimento del pasado para así internarme en la suavidad de la pradera del futuro.

conviví con las vacas un mes entero. al llegar olvidé todo lo que suponía sobre ellas y me dediqué simplemente a pasear despreocupado. vi a las vacas comer manzanas, tener sexo, mugir un escándalo y vivir la vida más simple posible. a pesar de no tener ninguna intención de estudiarlas ni saber más de ellas, en nada entendí por completo la sociedad de la vacas; la vaca alpha, la vaca omega, la vaca rara, la vaca dura, la vaca tímida, la vaca etc. información más inútil no ha habido, el funcionamiento social de las vacas es la cosa menos interesante con la que me he topado y, molesto por el uso de memoria que me iba a ser difícil de desocupar, continué con el programa de pura existencia. pasé el tiempo simplemente comiendo pasto bajo el sol y durmiendo junto a ellas bajo el cielo estrellado. perdido en mí mismo, viendo sus ojos de vaca, sumergido en su negrura, adentrado en su mundo, fui poco a poco entendiéndome más y más.

terminó el mes y, al borde de la locura, llegó el final de mi visita. sonó mi alarma y ahí en la intemperie, sucio y hambriento, rodeado de caca de vaca, al darme cuenta que había acabado, lleno de melancolía y nostalgia por mi vida pre-vacas, no tuve de otra que extrañar el mundo de donde venía y apreciar la generosidad de la fortuna y reconocer que, aun cuando cachetea de vez en cuando, el destino me repartió cartas ganadoras. mi convivencia con las vacas fue oportuna experiencia y, con el mentón y la frente elevándose, sólo quedaba irme a encarar y conquistar el mundo de los humanos. trepé la colina, "adiós, amigas" dije con voz quebrada por corazón turbio, tomé mi mochila y regresé a la carretera a esperar el camión, envidiándolas un poco y, al mismo tiempo, reconociendo sin duda alguna, que yo nunca podría ser una de las vacas en el campo.