Monday, September 15, 2014

Misterioso

36

era una nublada tarde de otoño, por ahí de las 2, la gente iba y venía ocupada en lo suyo. yo estaba sentado en una banca en una plaza, desocupado, con la mirada perdida, babeando una paleta de frambuesa, planeando sin mucho interés ni cuidado mi día. "conchita!" grité al ver pasar a la distancia a una buena amiga, la paleta acabó en otra dimensión. conchita no me hizo caso, se notaba distraída, atrapada en sus pensamientos. "pero conchita..." dije al verla. de inmediato me di cuenta que ahí había algo raro, concheeta miraba fijamente el suelo, caminaba desganada, como arrastrando terribles pesares y esto no era su estilo, simplemente no lo era. corrí hacia ella, la tomé del brazo y la arrastré a una banca, ella presentó no resistencia. "ohh" hice al acercar mi cara a la suya. "qué pasa" le pregunté con el morbo corriendo fuera de control por la pradera rica y fresca que es mi súper mente. conchita volteó lentamente. nuestros ojos se encontraron y nos quedamos viendo un rato. el viento movió nuestra ropa, movió nuestro cabello. algo no andaba bien, en esos ojos donde normalmente hay confianza y diversión, encontré sólo miedo y duda. "pero conchita..." y la tomé de los brazos con fuerza y la zarandeé con violencia, su cabello voló por aquí y por allá. me detuve para ver si eso que siempre funciona había funcionado. de entre el cabello alborotado pude ver una lágrima ser secretada, quedarse un segundo en el párpado y luego bajar por la tersa y colorada mejilla. "pero..." dije sorprendido al ver la lágrima caer en la blusa a la moda. "conchita" suspiré, poniendo las yemas de mis hermosos e inmaculados dedos en mis voluminosos y sensuales labios. de pronto, algo pareció explotar dentro de ella, algo salvaje, desde muy adentro, una erupción desde las profundidades de conchita, desde su núcleo, un lugar más allá de la fisiología, algo metafísico. vi la explosión recorrerla toda, desde la panza se expandió hacia sus ojos y sus piernas y entonces, conchita, la linda muchacha rompecorazones, la más popular de todas, la número uno en todo, desde matemáticas hasta la pelea a puño limpio, se paró de un salto y, antes de que pudiera someterla para que satisficiera mi curiosidad y obligarla al fuerza, si era necesario, a que soltara el chisme, corrió con poca gracia entre las boutiques y discothèques de nuestra colonia, corrió hasta desaparecer. "CONCHITA!!!" grité más afeminado de lo que me hubiera gustado y, apenado por las miradas de la gente a mi alrededor, regresé colorado a mi casa.

en el cuarto dedicado a mi batería, tocaba enloquecido un solo de jazz. pum pum pa pa pum pa! pa! pum pum. "ahhhh!" grité al acabar y salieron volando las baquetas y unas cuantas gotas sudor. limpié mi panza y brazos con una pequeña toalla rosa que había encontrado un día en la basura y tomé un bebida energética hecha por suyo verdaderamente. cansado y satisfecho estaba a punto de ir a ver la tele pero no pude, en la entrada del cuarto, mirándome con el miedo que tienen esos que saben que pasa si interrumpen mis solos, estaba hernando. "hernando" dije viéndolo no muy impresionado. la verdad es que no siento otra cosa más que desprecio por quien tuvo la mala fortuna de compartir departamento conmigo. "que quieres, hernando!" grité aventándole el vaso y la toalla. "es conchita" me dijo preguntándose el por qué del odio, pregunta que ni yo podría contestar, pero qué más da, aveces uno tiene que odiar a alguien sólo porque sí y ya. me deshice de él con un movimiento de brazo, hernando desapareció esperé sin mucha esperanza para siempre y fui y me puse una playera con mi cara en ella. salí corriendo al departamento de conchita. corrí por los bulevares, bajo los rayos del sol hermosamente filtrados entre las ramas. "aghhh!" grité todo el camino, subiendo y bajando mi cabeza, moviendo mis brazos hacia atrás y hacia adelante, corriendo sin gracia, corriendo lo más rápido que mi pésima condición me permitía. por alguna razón tenía el peor presentimiento, no podría perdonarme si algo le pasaba, oh no, y, aunque, en realidad, me importaba tanto como la siguiente persona, aún así sentía extraña responsabilidad por la muchacha. los pensamientos anteriores fueron interrumpidos por un dolor en mi muslo. en mi bolsillo quemó mi libreta con una lista de cosas que hacer, "curar la mente" seguía sin ser tachada. en fin. llegué por fin al edificio viejo y casi en ruinas de mi buena amiga y toqué el timbre hasta romperme el dedo, tantita sangre me salpicó la cara. la compañera de cuarto de conchita, juana, asomó su enorme cabeza, eclipsando el sol. "es conchita" gritó "sube! sube pero ya" y sonó el paaaaahh. abrí la puerta de una patada y, levantando mucho las rodillas, subí las escaleras de caracol. la tremenda mareada que me puse fue curada de inmediato al encontrarme en el piso deseado, respirando ruidosamente, con el corazón a punto de rendirse. permanecí un segundo, agitado y lleno de terror, frente a la puerta llena de misteriosas manchas del apartamento número 16. "conchita!" grité al lanzarme sobre la puerta, golpeando como desquiciado, como un hombre que ha perdido toda la cordura. y así golpeé hasta que knockeé a la cabezona de juana, rompiéndole la nariz y dejándola tumbada. al darme cuenta de lo que había hecho, rompí la 4ta pared de la realidad, le sonreí a la audiencia inexistente, levanté los hombros, regalé un guiño y de buen humor me interné en el oscuro departamento.

"conchita" susurré una y otra vez, caminado lentamente, escuchando el crujir de la duela, desapareciendo poquito a poco en la oscuridad. "conchita" susurré al llegar fuera del cuarto. pude respirar el perfume fino de conchita, una gota de sudor bajó por mi sien y miré la perilla de su puerta atestada de fotos de hombres de apariencia regular donde las jóvenes normales, sólo puedo suponer, ponen fotos de galanes. levanté la cabeza listo para lo que sea, "vamos, maldita sea, dame lo que tengas". mis venas se marcaban por toda la cara, el suspenso me jodía el sistema cardiovascular. por fin, porque todos tenemos cosas que hacer, tomé la maldita perrilla, "oh dios mío" dije momentáneamente creyente "no dejes que le haya pasado algo" siempre me rindo ante presión divina imaginaria, aguanté la respiración y abrí la puerta. "quiiiiiikkkkk" sonó por todo lados. la oscuridad me dio la bienvenida. mis ojos se tardaron unos segundos en acostumbrarse y cuando los viejos buenos 20/20's estuvieron listos, vi a conchita inmóvil, en medio del cuarto, tirada con las venas abiertas sobre una cama de hojas arrugadas pintadas de rojo. me acerqué torpemente, me arrodillé, viendo estupefacto su cara pálida cubierta aquí y allá por su mechones de su cabello alborotado y sudado. tenía los ojos completamente abiertos, desbordándose en tristeza y en su boca una mueca de decepción; su gesto todo lleno de dolor no físico sino, el peor de todos, espiritual. "oh cristo" dije con la educación católica imposible de borrar y maldije a mi abuela. yo soy un tipo muy sensible y, a pesar de que todos los días veo hora tras hora de violencia horripilante en el internet, no pudo mi mente evitar dar vueltas, la conciencia se empezó a venir a abajo, estaba listo para desmayarme como un mariquita, pero de repente lo olvidé todo, una sensación de humedad en la pierna me regresó a la realidad, había sangre en una de mis preciosas rodillas. "ughhh ahhh" dije y me paré asqueado, en mi regordeta pierna una hoja pegada. la tomé con brusquedad, me acerqué a la ventana, abrí un poco la cortina para ver un poco más y leí con repentino porro. era el cuento más estúpido que haya leído jamás. "maldita sea! pero que tontería" dije, lo hice bolita y lo aventé por ahí con mi sensibilidad artística herida tal vez sin remedio, un insulto hasta para el más indulgente. pensé un segundo con el dedo en el labio, una pose coqueta y ojos hacia la izquierda y hacia arriba. obviamente la letra no era de conchita, ella era maestra sin rival en caligrafía y estos eran garabatos de retrasado mental. ya estaba odiando mucho, pero nada comparado con lo que odié por lo siguiente: "no puede ser" murmuré al sospechar que la mejor buena mujer se había suicidado por los cuentos bajo ella y casi me tiro por la ventana cuando todo fue confirmado en su nota de suicidio. "querida gente" empezaba, ahora sí con letra sin igual, me ruboricé por la excelencia, volví a concentrarme y seguí leyendo "me mato, me da pena, nos vemos luego. ps. cuentos culpables por mi muerte" y puse con cariño la nota donde la encontré. no podía creerlo y, para asegurarme de que no estaba alucinando, abrí las cortinas de par en par, la escena mórbida fue iluminada por completo. ahora pude ver con claridad el cuerpo de la una vez guapa y sensual conchita sobre las hojas rojas. me acerqué moviéndome como un simio, sintiendo sólo curiosidad. tomé otra hoja con otro cuento igual de estúpido que el pasado. "pero quien habrá escrito esto" dije pensativo, considerando todo el asunto como insoportablemente absurdo y al mismo tiempo muy intrigante. así, abrumado por tanta información, el misterio se escabulló hasta lo más profundo de mi cabeza, volviéndose más rápido de lo que me gustaría admitir en terrible obsesión. como maquina resuelve misterios activada abrí los ojos todo lo que dan "es hora de trabajar" dije y luego no supe que hacer. pedí alguna sugerencia a esos ojos que verían para siempre sólo dolor puro. "qué misterio" le dije a la desangrada, ella no dijo nada, sólo provocó una ocurrencia. los cuentos, los cuentos era la pista que necesitaba. hice a un lado al cadáver, en retrospectiva, más brusco de lo que la decencia permite, pero agua bajo puente, recolecté algunos, los doblé y los guardé en mi bolsillo. listo, era hora de empezar. saliendo ya, en el umbral del cuarto, volteé y le soplé un beso a conchita. atravesé el pasillo, pasé sobre juana, salí del departamento decidido más de lo que he estado jamás a encontrar respuestas. absorto recorrí los bulevares y regresé a mi casa a leer una y otra vez las catapultas al infierno de una de mis mejores amigas. "eres mío" dije perdiéndome más y más en la obsesión, en búsqueda loca del autor de esta basura.