Thursday, July 28, 2011

japón y yo somos uno mismo

Friday, July 15, 2011

la amenaza idiota

pompitas alonzo, el protagonista de cientos de cuentos y escritor de cientos más, estaba sentando, tomándose un buen café, en una banca de un parque, pensando en que tal vez debería dejar la literatura y darle la chance que nunca le ha dado a su carrera como rapero. hacía una muy bonita tarde verano. los arboles verdes, el cielo azul. ya estaba casi decidido en renunciar cuando aparecieron dos muchachos, de esos que les gusta literalmente jugar con fuego y que usan ropa de trapo y hablan como si siempre estuvieran bajo el efecto de la hierba. de unos 20 años aproximadamente. los dos bien parecidos a pesar de su apariencia desaliñada, de ese tipo que les gusta a las muchachitas impresionables. pompitas los miró sin darles mucha importancia. estaba familiarizado con los de su clase y antes de dar un veredicto apresurado sobre esas dos personas y entretenerse con tonterías, contuvo a sus prejuicios y prefirió ignorar su existencia. a continuar con sus reflexiones. su foro interno estaba listo y su pantalla mental perfectamente calibrada, no más faltaba volver a internarse en su cabeza, pero algo lo detuvo, era algo de afuera y su pensamiento se fue dispersando hasta desaparecer. pompitas buscó el origen de la distracción y encontró a esos dos muchachos hablando escandalosamente. muchos no lo saben, pero el escritor de este cuento busca inspiración en las conversaciones ajenas y ya que estaba distraído, rebelándose contra su rigurosa educación, escuchó de lo que hablaban esos que estaban sentados a pocos metros, en la banca de a lado. nadie sabía en ese momento que esto sería clave para la vida de nuestro amigo y fuente confiable de cuentos profundos y graciosos, pompitas alonzo.

de los muchachos, sólo uno hablaba, el otro escuchaba atento, más atento de lo que cualquiera ha escuchado al ignorado pompitas. hablaba con una voz chillona sobre que escribía cuentos y que quería ser escritor. esta información le dio un poco de risa a pompi y dijo para sí, más en forma de burla que otra cosa, "la competencia". el tipo siguió hablando. pasó a contar lo que trataba uno de sus cuentos. alonzo escuchó con toda la atención que su deficit le permitía. el cuento de ese sujeto trataba sobre la cosa más estúpida y pretenciosa, sobre un oso polar que intentaba escapar de uno de esos adornos que cuando los agitas parece que nieva y un girasol y quien sabe que más estupidez ilusa. pompitas mientras más escuchaba más se llenaba de ira. la gota que colmó fue la explicación retrasada mental de lo que significaba el cuento, el oso era él, el girasol una muchacha que le gustaba y el adorno la sociedad. pompitas apenas pudo contenerse, una violencia incontenible se apoderaba de él, pero fue sometida sólo porque pompitas no había usado su fuerza de voluntad en mucho tiempo y fresca y renovada tomó control. lo último que escuchó antes de que su rabia lo ensordeciera, era que al imbecil ese ya lo iban a publicar. alonzo, para no hacer nada de lo que se arrepintiera, se paró, tomó de un trago el resto de su café y salió a recorrer el parque.

"el futuro es un lugar aterrador" se dijo, caminando por el parque. no le hubiera dado tanto enojo si aquel menso no hubiera estado hablado de su arte preferido, del deshecho de su sistema nervioso, le hubiera dado igual, a lo mejor hasta tantita risa, pero que atrevimiento, joder con una de las pocas cosas que pompitas encontraba geniales. cuando el enojo disminuyó, recordó que él estaba apunto de renunciar, sus chapitas se colorearon. qué vergüenza. se sentó y vio el cielo. después de aquello no podía abandonar a la literatura. sólo si continuaba podía tener la certeza de que el futuro no estaría vacío de cuentos cortos padres. aunque él no sea ningún Borges o alguno de esos duros de la literatura y aunque haya escuchado más discos de pop y visto más películas de hollywood que leído buenos libros, se autoproclamaba el defensor de, por lo menos, el cuento corto. se levantó de un salto, corrió de regreso a su casa y escribió en menos de un minuto un cuento sobre 5 marranitos que quieren formar un equipo de basquet ball. escribió y leyó y siguió escribiendo porque él, pompitas alonzo, era la única defensa de la amenaza idiota.

Wednesday, July 13, 2011

por siempre joven

fumaba un cigarrillo y tomaba una cerveza extraña fuera de una catedral en algún lugar de europa con buen humor explotando dentro de mi corazón. mis ojos brillaban y mi boca babeaba, celebraba mi primera juventud. era verano, el sol brillaba y veía con alegría la gente ir y venir. una mujer, de pronto, se acercó a mí, agitando una fotografía, hablaba un idioma que no podía entender, parecía repetía algo, moviendo locuazmente la foto frente a mi cara. era la foto de un niño sucio. mi cerebro se tardó una fracción de segundo en reconocer a la mujer y su foto, pero cuando la imagen terminó de ser formada en mi mente, empecé a reír. esto ofendió gravemente a la mujer. dejó de agitar la foto, yo seguía riendo, los gritos en lengua extraña y la manera de agitar la foto causaban en mí una impresión en extremo cómica. la mujer, al oir mi risa burlona, se me quedó viendo con gesto de enfado. me veía reír, ahi sentado, en las escaleras de un edificio que ha visto a miles de vidas, pasando la eternidad, si pudiera hablar esa gigante iglesia, la maldita no se callaría nunca. la señora, con el volumen aumentando gradualmente, empezó a decir algo. la risa se detuvo cuando vi esos ojos profundos y negros y esa boca marchita y arrugada, ese tono como de amenza y rezo no prometía nada bueno. ahora entiendo que aquella mujer era una gitana y eso que decía una maldición.

pasaron los años y me mantuve joven. no envejecía. la maldición de la gitana había detenido mi envejecimiento. esto, podría pensar cualquier, está lejos de ser una maldición, pero yo, una autoridad en la juventud infinita, puedo decirles que parecer siempre un muchacho es un trago amargo que no pasa, sobre todo si eres un muchacho como yo. quien se imagina la juventud eterna, se imagina a un tipo guapo y vivaz y con brillo en los ojos y fuerza en los músculos, no se imagina esa otra juventud, la de un tipo medio gordo y medio feo con mala actitud. me molesta reconocer, pero al mismo tiempo, con la más profunda resignación, que yo pertenezco a la segunda categoría. lo único que puede aspirar alguien como yo es a crecer, a alcanzar la vejez donde todos nos volvemos iguales, donde los defectos físicos y la aversión al esfuerzo se generaliza o se vuelve irrelevante. por suerte la vida extingue muchas de esos molestos antojos producidos por la efervescente química del cuerpo. yo me mantengo siempre joven, siempre tonto, siempre con antojo, con ganas, pero nada de disposición. lo peor de todo es que en cualquier otra historia, el protagonista buscaría una salida, haría lo que sea, iría a la gitana, tal vez, y le pediría disculpas, trataría de arreglar la situación, pero la misma naturaleza que hizo que me maldijeran, es la misma que evita que haga algo al respecto y si volviera a ver a esa mujer le diría que se jodiera y seguramente terminaría maldito una segunda vez.

me veo en el espejo todos los días, muchos años después de ese verano de viaje europeo, y veo mis cachetes colorados, mi piel lisa y tersa, mi cabello castaño, y nada a primera vista en mí rebelaría que no soy un muchacho de 18 años, todo yo grita mediocre y regular juventud, todo menos mis ojos. veo en el espejo mis ojos cansados de un viejo harto de todo. todos esos años de pasar la misma basura, de no conseguir mujeres o dinero. porque la juventud perpetua incluye, lo que contribuye principalmente a este hastió enorme que corroe mi alma, es el estatico estado de mis intereses. mis preocupaciones automáticas son esas de un adulto joven idiota, así durante todo este tiempo. tengo que recordarme cada día que soy un viejo y debo repetirme una y otra vez las cosas que he aprendido. tonterías que deberían dejar de importarme siguen retumbando en mi cabeza, volviéndome loco. la peor es esa maniática búsqueda de sexo inalcanzable que jode mi espíritu cuando es predeciblemente frustrada. lidiar con jovencitas tontas que buscan, románticas, galanes de la tele, ese look a la moda, esa actitud ganadora, esa confianza irracional y yo que no tengo nada que ofrecer. todo quien ha tenido que soportar eso, todo quien no es guapo ni encantador ni listo ni malo, sabe lo horrible que es ver esos ojos que, aún sin decir una palabra, ya te clasificaron de no merecedor de ese momentaneo placer escondido en su suave piel y seductor olor, en ese instante de triunfo, de conquista. por lo menos eso dice el delirio, esa voz en la cabeza y si se piensa, termina siendo lo mismo. que lo piensen ellas o que lo piense yo, que más da con la siempre encendida esperanza, tonta como la de un animal. ahora imagínense años y años de eso, décadas de tontuelas mandándote al diablo. uno no puede hacer otra cosa que amontonar el equivalente al everest en amargura.

así pasó mis días. caminando sin rumbo. con la juventud como cadena que me tiene sujetado a un mundo de idiotez. quejándome y maldiciendo y viendo el mundo cambiar a mi alrededor con la siempre constante de quien es joven es un idiota. lo único que me mantiene con vida es ese terror a la muerte y la ilusión de que un día, en algún punto de la historia, se vuelva deseable ser un malencarado ojete.

Tuesday, July 05, 2011

tuve el pelo chino durante un año

Ramoncito veía su pelo lacio en el espejo. una lágrima, pequeña y triste, bajaba lentamente por su mejilla. de cuando en cuando pasaba su mano por su cabello, se podía oir un quedo y lastimero sollozo. ramoncito, un año, le fue bien en los caballos y había ganado algo de dinero. lo primero que hizo fue ir a enchinarse el pelo, el sueño dorado de su niñez. como era pobre de nacimiento, nunca había podido darle a su cabello esos añorados chinos, ahora era su oportunidad. la primera vez, entró triunfante al salón y con el puño levantando al cielo, lleno como nunca antes de un orgullo altanero, pidió un permanente, seguido todo por una carcajada estruenduosa de torrencial felicidad. la señorita, sacada toda de onda, obdeció. en media hora el cabello de Ramoncito se veía rizado y brilloso. se admiró en el espejo algo parecido a una eternidad, movía su cabeza de derecha a izquierda, de izquierda a derecha, una y otra vez, absultamente encantado, con una mueca de placer, con un brillo deslumbrante en los ojos. su corazón latía tan duro que una señora se atrevió a sugerirle que debería ir con un doctor. Ramoncito regresó a los caballos, volvió a ganar y fue a enchinarse el pelo, así fue durante ese año.

un día, nublado y miserable, los caballos a los que les apostaba dejaron de ganar y el dinero fue acabandose poco a poco. esto podía significar no más chinos para Ramoncito. veía su cuenta de banco vaciarse y su cabello alaciarse. su madre, quien estaba enferma de la panza, le suplicaba que ahorrase un poco de dinero para su operación. "es tu responsabilidad de hijo" le decía tirada, aferrada a sus piernas, gritando fuera de sí, aterrada por la idea de morirse. pero en la cabeza del demente muchacho sólo corría un pensamiento, una idea inamovible, que lo cegaba al dolor de su madre, "mis chinos, mis chinos". iba todos los día a los caballos y, gritando por la frustración y el terror de perder eso que tanto quería, veía como su caballo llegaba último. le daban ataques de ira y golpeaba las paredes con los rizos, cada vez más debiles, yendo de aqui a allá. la gente del hipodromo pensaba se había vuelto loco.

"qué va a ser de mí?" se dijo en el salón de belleza, enchinandose, temía, por última vez, su cabello. después de enchinarse el pelo, fue al funeral de su madre, pasó al banco, sacó hasta el último peso y apostó lo último que le quedaba. antes de la carrera fue al baño y vio sus chinos esponjosos, pero no de tan buena calidad como estaba acostumbrado. esos chinos sobre una cara cansada e hinchada de tanto llorar y poco dormir. anunciaron su carrera, Ramoncito se sentó donde siempre se sentaba y espero vuelto loco por la preocupación, aferrado a su boleto. hacía muy mal clima, soplaba violento el viento y parecía iba a llover. volteó al cielo gris, juntó sus manos y rezó por primera vez en su vida, le dijo a dios "dioscito santo" una ganas terribles de llorar lo invadieron todo, lágrimas empezaron a correr por su cara, pero no se detuvo "por favor, por favor, por favor! dejame enchinarme el pelo, dejame ganar esta última vez, seré bueno, dios mio! pideme lo que sea! por favor, dioscito santo, haz que mi caballo gane, nunca te pidiré otra cosa..." un coraje provocado por su infundado orgullo se poderó de él y ya sobre sus pies comenzó a gritarle al cielo, agitando sus manos "si es que estás ahi, maldito, haz que gane mi caballo! si es que eres de verdad, pruebalo, maldita sea, pruebalo! haz que gane mi caballo!!" la gente a su alrededor, acostumbra a esos espectaculos, seguía con lo suyo. empezó la carrera. el caballo de Ramoncito, al principio, iba hasta delante y tenía todas las de ganar, él brincaba de alegría y soltaba gritos de felicidad, pero poco a poco, segundo a segundo, el caballo llamado "chiringiña" fue quedandose atrás y el rostro de Ramoncito se fue deformando hasta un gesto de horror, el caballo quedó en último lugar. tuvieron que llamar a seguridad para detener a Ramoncito, que intentó saltar la barda y asesinar al caballo.

y así llegamos frente al espejo, en una casa austera, en un cuarto con sólo una cama y una enchinadora en el suelo que no dejaba el cabello como a Ramoncito le gustaba, y en el espejo un joven con todo el aspecto de haber sido testigo de la masacre de su familia, con el cabello libre de rizos, con unos ojos irradiando la más sincera y contundete tristeza. se sentó en su cama y vio la nada. no sabía como o si quiera si podía seguir. un nudo permanente en su garganta. tuvo el pelo chino durante un año y ahora no más. Ramoncito, después de estar tirado en el piso, llorando día y noche, perdido irremediablemente a su locura, se le ocurrió una idea para ganar dinero sin esforzarse mucho.

Ahora, puede ser encontrado en una esquina, vendiendo su cuerpo a pervertidos y anormales, sometiendose a los actos más asquerosos vistos en todo lo que lleva corriendo la historia. Ramoncito se murió se SIDA y fue enterrado con la cabeza llena de chinos. en su lapida se lee "tuve el pelo chino durante un año" sus campeñeros prostitutos tenían un increíble sentido del humor.