Thursday, April 30, 2015

Maricruz y Los Hombre Panza

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Maricruz fumaba un porro en la oscuridad de su cuarto, sentada, esperando, rodeada de los gritos de los pájaros y los primeros claxons, a que dieran las 6 y cuando dieron, como telón del comienzo de otro día, las cortinas se levantaron en automático, dejando entrar al tímido sol. maricruz apagó su porro en el cenicero en forma de guante de beisbol que le había hecho su senil abuela, se limpió de un gracioso manazo la ceniza en su falda y, tenebrosamente seria y decidida, se paró de su cómodo sillón, no pudiendo esperar para abandonarlo todo e irse a vivir con los hombre panza.

maricruz nunca fue buena para la gente. le bastaba ser lo suficientemente no grosera para no llamar la atención y se mantenía al pendiente de su boca para nunca decir en voz alta lo que pensaba de esos que la rodeaban, pero no era lo que nadie podía llamar amigable. desde niña fue muy gruñona y su madre, al darse cuenta del horrible carácter de su pequeña hija, la mandó a un campo de reeducación. ahí le enseñaron que no hacia falta dar a conocer su opinión. maricruz regresó con el cerebro tan lavado que uno podía comer sobre él. ingresó al colegio como cualquier niña de 6 años y durante toda la escuela se repetía una y otra vez que no valía la pena decirle a los demás que eran un montón de buenos para nada.

maricruz colocó con cuidado su maleta llena de calzones en la canasta de su bicicleta. antes de irse vio con cara de asco el edificio feo y gris donde estuvo viviendo los últimos meses. dejándose llevar por el sentimento levantó el puño y se prometió muy seria que nunca, pero nunca iba a regresar a esa ciudad que le dio tantos pensamientos suicidas al verse atorada en el tráfico rodeada de sus supuestos congéneres, "malditos" susurró maricruz en la frescura matutina, agarrando con fuerza su bicicleta, al carro le había prendido fuego. escupió torpemente como un definitivo adiós, se subió a su bicicleta con la cara dura como esa verdad que jode y pedaleó lo más que sus bien formadas piernas le permitían, pedaleó con destino al bosque, con destino a los hombre panza.

maricruz estudió administración de redes sociales y, después de cuatro años, una vez que un viejo idiota con una mueca burlona le dio su título, cayó en cuenta del grave error que había cometido. "oh no, qué dios me salve" dijo como discurso de graduación. su tía, que era una empresaria exitosa, le dio trabajo y antes de que buscara alternativas ya estaba sentada en un cubiculo frente a una computadora, viviendo en el infierno que es estar al pendiente de las tonterías que pregunta la gente por las estúpidas páginas de presión social perpetua y morbo descontrolado. y a sufrir de 9 a 6, de lunes a viernes, sentada aburrida contestando la misma cosa una y otra vez, mirando la ventana, pensando en la caída y la bienvenida muerte.

maricruz se internó en el bosque, sudada y cansada, pero no dispuesta a parar a descansar ni aunque sea un poco. ansiaba tanto lo que la esperaba allá arriba en la cima que su mente y cuerpo habían acordado que en este viaje no habría pausa. atravesó el bosque por un camino poco usado y siguió hasta una pendiente que subió como si no hubiera estado pedaleando las últimas tres horas. fue colina arriba recordando los millones de tragos amargos que habían sido su vida. sintió, con cada centímetro que se acercaba a su meta, la intolerancia desaparecer. maricruz experimentaba, desde mucho antes de llegar, la magia de los hombre panza.

maricruz, en el trabajo, delirando por el aburrimiento, encontró una curiosa página con un gordito en ombliguera bailando al ritmo de una pegajosa canción. "pero qué es esto" dijo maricruz que no huía de la riqueza del internet y dio un rápido experto click. parecía a primera vista una página de una compañía de cerveza. como era su costumbre, maricruz investigó los requisitos para trabajar ahí. leyó voraz toda la información sobre estas personas enclaustradas, alejadas del mundo, en la cima de un monte. los hombre panza eran una especie de monje, pero sin religión, que se dedicaban a hacer y vender cerveza, pero sobretodo a darle la espalda a la sociedad y su monstruosa dinámica. era justo lo que quería maricruz. con ojos brillando de esperanza, se paró de su cubiculo casi cayéndose, no sabiendo que hacer con tanta felicidad. maricruz vuelta loca de alegría agarró del pelo al tipo de a lado y le dijo "mierda, voy a ser un hombre panza!" y salió corriendo a mandar en un sobre manila su solicitud de empleo.