Saturday, May 14, 2016

Ombligo

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a marcelino desde chiquito lo conocían como ombligo porque era un bueno para nada. se la pasaba en su casa, tirado en un sillón, viendo el techo. "un filosofo" dirán los que se han echado, pero no, éste no era el caso. ombligo no más ahí estaba, menos que un animal, con el proceso mental totalmente suspendido. un desperdicio de vida, un despilfarro de c.h.o.n.p.z. eso era ombligo.

un día, su madre lo llevó con un psiquiatra, el doctor en psiquiatría escalante. el doctor lo vio confundido "pero..." dijo al tener los resultados de los exámenes frente a él, todo estaba fisiológicamente bien. pasaba sus ojos de los papeles arrugados en sus manos a ombligo quien con gesto ausente sólo dejaba el tiempo correr, ahí sentando, viendo la nada, iluminado por la luz de las tres de la tarde, un martes, en la ciudad de méxico. el doctor era un pensador original y se le ocurrió, por qué no? que hay que perder? experimentar con ombligo. le dio la espalda a la señora cansada de todo y al joven desperdicio, necesitaba un segundo. el doctor hacía el cálculo del peligro, la recompensa y la posibilidad de impunidad. "bien" dijo, al concluir que saldría libre de cualquier responsabilidad. se dio la vuelta, emocionado, vio a la madre e hijo, le pegó a la mesa "vengan conmigo..." y, una vez de pie, los vio con desprecio "claro, si la amabilidad les alcanza" el doctor era un pesado, pero lo hacía bien y tenía la cara y el modo para salirse con la suya.

el doctor escalante, graduado de la universidad autónoma de méxico, no creía en echarse para atrás, creía que una vez tomada la decisión tenía que llevarse hasta la última consecuencia. un segundo. ¿por qué es importante que era graduado de la unam? nadie sabe, tal vez sea importante más adelante. como sea, sigamos por el respeto que les tengo. el doctor escalante, mientras amarraba a ombligo a una maquina que él mismo había construido, se vio mentalmente trasladado al pasado, cuando era un estudiante de medicina en ciudad universitaria. estaba sentando en un área verde, dejándose acariciar por el sol, con una cerveza en una mano y un porro impecablemente rolado en la otra, en la facultad de filosofía y letras, donde iba a drogarse todos los viernes. la vida no se podía poner mejor o eso creía y con esa creencia, el sol de la alegría fue eclipsado por una idea; no importará qué, todo acabaría, el tiempo, la entropia, segundo a segundo y, lo peor, la burla infinita de tener siempre ahí, a la vista, la salida de emergencia llamada resignación, salida inaceptable, que se resignen los cobardes. arturo escalante levantó la frente, apretó los labios, listo para la lucha absurda contra el enemigo número uno de la humanidad desde que ese primer chango se vio en un charco de agua, dijo con una mueca de orgullo intelectual "oye..." y, luego, cuando las piezas cayeron en su lugar y el recuerdo y la noción del futuro pintaron la imagen completa, concluyó "ay mierda". así, el doctor en potencia escalante volteó hacia abajo, vio a sus pies ser tocados por el agua negra de la locura, vio el bote de su vida hacer agua, inundarse rápidamente del asqueroso liquido de desequilibrio mental. en nada le llegó a la cintura y antes de quedar totalmente sumergido, se levantó, con el reactor del cerebro amenazando seriamente con un cheronobyl mental y fue a refugiarse en los libros, "socorro, ciencia" repetía una y otra vez. sin descanso, se dedicó a inventar algo que detuviera la marcha funesta del tiempo, incauto de que tomaba la ruta lenta pero segura hacia la demencia total. ahora, de regreso en el presente, o el pasado inmediato, o lo que sea, amarraba a ombligo a esa maquina resultado, en parte, de ese día en la facultad de filosofía y letras.

ombligo estaba listo, el doctor prendió la maquina. se escuchó un ruido, algo como "piii! piii!! pii!! piiiiiii!". escalante y la madre lo veían de cerca. completo silencio y, de repente, se escuchó un pedo de cinco segundos, y antes de que alguien supiera que estaba pasando, el cerebro de ombligo explotó en mil pedazos. la madre permaneció inexpresiva, parpadeó una cuantas veces, luego tomó su bolso y salió del laboratorio. la idea de la muerte de su inútil hijo fue creciendo y terminó de formarse una vez en la calle. un sonrisa gigante se formó en el demacrado rostro, una rica sensación de libertad y frescura de renovación brotaron de su corazón y allá fue la señora, corriendo todo lo que sus piernas rechonchas llenas de varices le permitían, sin detenerse, sin mirar atrás, lista para volver a empezar. el doctor retrocedió unos pasos, con tics yendo y viniendo por su cara, llegó a y cayó en una silla, con las pupilas moviéndose fuera de control, limpió el sudor de su frente con un pañuelo que se había robado el otro día. trataba de entender y lo logró al voltear al basurero lleno de hamsters descerebrados, "oh... claro" y miró el cadáver de ombligo con los ojos abiertos y sangre saliendo de todos los orificios de su cabeza. "...por supuesto" susurró de regreso en la facultad. pero ahora la memoria era diferente, más completa, alguien estaba ahí con él, alguien que odiaba, pero provocaba en él seria lujuria. una muchacha le hablaba sin parar, salía de ella la voz más molesta posible, hablaba sobre sus problemas con los muchachos. el futuro doctor escalante, asombrado y en dolor, miraba detenidamente a la boca moviéndose muy rápido. se preguntaba como algo tan sensual era capaz de producir algo tan molesto. no podía más; se agarró la cabeza, se tapó las orejas y, con cara de horror, mirando el pasto café, gritando en los adentros "basta! basta por favor, que ya no puedo más!" se retorcía, maldiciéndolo todo. la mujer seguía sin detenerse ni para respirar "creo corté con mi novio hoy" decía, "por qué a mí nadie me quiere" chillaba. el joven escalante deseó que se acabara todo, que alguien desconectara el cable de este mundo y, con la cordura en ruinas, se fue a su bocho. una vez tras el volante de su viejo carro alemán, se dejó llevar por la amargura hasta estar cubierto por completo. dijo "ok" y aceptó que no había remedio, si no puedes contra ellos... y se fue a diseñar una maquina que se encargara de la cabeza porque la mente era la culpable de todo y, porque hay que saber contra quien se lucha, la psiquiatría era en lo que se especializaría. de regreso en el presente o lo más cerca que se puede estar a él, el doctor, con las memorias reprimidas de su descenso a la locura de vuelta, río un rato, quitó a ombligo sin cuidado alguno de su maquina, la prendió, suspiró, se subió en ella, piiii's, se tronó un pedo y, antes de que el celebro le explotara en mil pedazos, lo entendió todo, se supo enfermo, se diagnosticó el mal, supo que medicina tomar y se acordó de lo que había hecho. tuvo oportunidad de arrepentirse antes que su cabeza se llenara de papilla cerebral.

A LA CARLY RAE Y A LA JAVIERA