Thursday, June 27, 2013

confundo mierda con la realidad

21

la frontera entre la realidad y la ficción desapareció y ahora sólo quedaba confusión, no se distingue que es verdad y que es mentira. el mundo real ha perdido toda su seriedad y el imaginario ha cobrado una exagerada. ya no hay nada que hacer. la conciencia ha sido alterada, la mente está descompuesta sin remedio. es el final de todo.

miriam se veía en el espejo, acariciaba su reflejo con cara de preocupación desgarradora. alguien tocó la puerta con desesperación "apurate, miriam, que me meo, miriam, me meo, me meo, miriam" se escuchó mientras la puerta era golpeada con urgencia. miriam no podía distinguir. con un nudo en la garganta, se despejó una pequeña, miserable y semi real o quien sabe, quien sabe ya, lagrima de su juvenil, tersa y llena de salud mejilla, con la manga de su suéter. fue a atender la recepción del pequeño y casi siempre vacío hotel donde trabajaba. abrió la puerta y encontró a samanta revisando su ropa, con la cara colorada, llorando avergonzada. "miriam, por qué, miriam, por qué?" decía samanta sobre un charco, dios la bendiga.

miriam sacó su diario, lo vio unos segundos, suspiró y lo tiró a la basura. echó un vistazo al lobby decorado en los 70's. cuando nació ella? ah sí, en los 90's, cuanta vida le quedaba. la sensación de confusión total que se le ocurría podía compartir con alguien con alzheimer's, pero quien sabe en realidad, la invadió y la percepción fue cubierta por las aterradoras tinieblas de la duda. sacó un cigarro y, torturada por su desperfecto mental, fumó impaciente, rebotando, moviéndose sin control, ansiosa, preocupada, haciendo berrinche, qué le pasa? nadie sabe. dio 2 fumadas y apagó sobre el libro de registro su cigarro. no hay remedio, no hay qué hacer. consideró el suicidio, pero antes de acabarlo todo, vio en la pared opuesta un póster con un mojón sobre un plato que decía "no importa nada, a la mierda todo, hay que pasarla bien". miriam sonrió con lagrimas en los ojos y la sensación desapareció.

miriam entró a la discotheque vacía, llevaba años sin ser usada, en sus buenos tiempos temblaba con los pasos de baile de cientos y ahora las únicas que bailaban ahí eran las polillas. fue a la consola, buscó, encontró y puso su disco favorito, prendió el estrobo, prendió las luces, regresó a la consola, le puso play, fue y se paró en la mitad del cuarto a esperar. el ritmo empezó y miriam perdió el control, apoderada por la música, dejándose llevar, y el espíritu se inflamó. samanta, ahora con unos shorts, se le unió. bailaron juntas toda la tarde. si esto no es real, nada es.