Thursday, January 31, 2013

7 años de locura y emoción!

este blog cumple 7 años!
y lo celebramos escribiendo cuentos, el trabajo es infinito.
sigan leyendo si ya leían o empiecen a leer si nunca lo han hecho.
esperen más cuentos. intentaré con todas mis fuerzas escribir más, pero a veces no se puede. comprendan!
díganle a sus amigos capaces de apreciar y espero lleguen a otros 7 o más años de locura y emoción!

bien, un beso y abrazo.
atentamente,

el escritor de este blog:
A.M. "pompitas" Alonzo

Friday, January 25, 2013

un juramento

15

ya me había alejado demasiado. me entretenía viendo a las personas y las cosas hacerse chicas. sentando, riendo, adentrándome en la nada, en mí mismo, en el chiste que había dejado de ser gracioso y se había vuelto de repente una filosofía sin sentido, disfrutando del silencio y la brisa. ahora estaba tan lejos que no podía regresar, estaba perdido. sólo yo, nada más. un día, después de marcar mi tarjeta en la fantástica fabrica donde trabajaba cada vez que soñaba, saliendo a retirarme a la realidad, fui sorprendido en el mundo real, de regreso en la conciencia, por un increíble descubrimiento, bien podía ser el último hombre en la tierra. en la alucinación del aburrimiento aparecieron figuras, espejismos, gente no más ahí, sin hacer nada. a veces, cuando se me olvidaba que no existían, les hablaba, pero ellas, como simples productos de mi mente, no contestaban, totalmente inaccesibles. me he alejado demasiado.

bailaba con una gordita y le daba sus besos. tocaba sus lonjas, sintiendo con desagrado la suavidad de su gordura, sin sentir lujuria, sólo ansiedad de novedad, victima de la ficción y la sociedad y los amigos y sus opiniones, pero sobre todo, de mi infinita estupidez y el extraño aturdimiento provocado por estar vivo. es verdad que tenía sus kilos de más y es verdad que no era exactamente con lo que uno fantasea durante el crecimiento del pito, pero nada importaba, me decía terco, me obligaba, escogía esa verdad, nada importaba. y también, debo decir en mi defensa, la mujer no era fea y había, todavía, algo de decencia en su sobrepeso. la gordita, con sus ojos, convencida de que todo lo que necesitaba era a alguien que le quisiera, con sus esperanzas puestas en mí, la muy tontuela, me decía, me suplicaba, ilusa, que no fuera un hijo de puta, yo, mientras tanto, me burlaba de mí mismo y me decía que, a pesar de toda mi mierda, era sólo un chango ridículo, insulso y ordinario y recordaba lo superior que me creía, moviendo la cabeza, los pies y brazos. me quemaba el orgullo recordándome mi aversión hacia todos, mi desagrado salvaje de convivir con los aparentes invasores de mi mundo y la pereza de tener que someterlos e imponer mi voluntad, de adaptar el lenguaje, de excusarme a mí mismo y a ustedes de los vicios socialmente aceptados porque eso es lo único que se necesita en el tramite de la licencia para ser un hijo de puta, que al montón no le importe y listo y yo, consciente de la condición, siempre romántico y optimista y con una inexplicable inmortal fe hacia la multitud interminable de sobrestimados simios, me burlaba, pero sobre todo, me quejaba sin convicción y sin ganas de hacer algo al respecto. así bailamos envueltos en estruendosa música pop, oscuridad y cientos de yo's y ella's y seguimos hasta que recordé lo que seguía. traté de agarrarle una teta, pero no se dejó. acostumbrada, me gritó en la oreja "sí, pero otro día" decía que ella no era fácil, pero tampoco difícil. inaceptable, lo intenté otra vez, me vio a los ojos, nunca olvidaré su expresión como de vaca ofendida, "mejor invítame un trago" me dijo y, dirigiéndose al bar, abriéndose paso entre la multitud, desapareció para siempre.

a la mañana siguiente, busqué incremento de autoestima, encontré solo la más terrible indiferencia.

iba a tocar con un grupo de semi-desconocidos covers de los new york dolls en la parte de arriba de un restaurante de pancita. al principio eramos cordiales, los unos con los otros, nos preguntábamos como estábamos y esas cosas, pero al poco tiempo, reconociendo lo odiosos que somos, dejamos de hablar y nos dedicábamos a tocar. estaba esperado llegar con la partitura estudiada y nadie paraba cuando alguien se equivocaba. al terminar, en completo silencio, guardábamos nuestros instrumentos y ni un adiós se intercambiaba, mejor así. de repente en un camión, veía, con la mente en blanco y el corazón vacío, a un Sisifo moderno empujar colina arriba su piedra en forma de carro de helados. de pronto, como un tsunami, desde adentro, pero al mismo tiempo desde todos lados, me atacó, violenta, imparable, la consciencia, me zarandeó todo y me estrelló contra la realidad. eché un vistazo, la gente sentada en silencio con sus caras inexpresivas, conteniendo al amargura y el dolor, qué ridículos se me hicieron, qué absurdo era todo, qué molestia tan grande la de pararse, salir, lidiar y volverse a acostar, todos los días, así para siempre. el apestoso hocico del nihilismo cubrió mi nariz, amenazó con infectarme, conozco bien al maldito, somos viejos conocidos. no había de otra más que resistirse, salí en búsqueda de sentido, desesperado, como quien se ahoga, me agité y, vuelto loco, traté de sacar la cabeza. por suerte, antes de sumergirme por completo, el expansivo vacío listo para ser ocupado por la oscuridad nihilista, se llenó de enojo irónico. llegué al bar al aire libre donde quedé de verme con mi último amigo, el chichimeca ortega, y, todavía con resentimiento y caprichosa molestia existencial, vi desfilar a los monos desnudos. qué rara sensación, salvaje, a la vez pasiva. me senté en una mesa en la plaza y, mientras comía sandwiches de pan blanco, jamón de cerdo y mucha mayonesa, tomando cerveza de alto porcentaje, rogándole al embrutecimiento tantita salvación, reconocí lo chistoso que era todo. el enojo se pintó chuscamente, me dio risa la vida y la gente y me dije a mí mismo que se jodiera todo. hice un juramento al ver al chichimeca a la distancia, caminar, exageradamente afeminado, meneando su enorme redonda cabezota. hice un juramento viendo el suelo, me juré a mí mismo durar, no rendirme y, hasta la demencia, hasta el último aliento, atreverme, absorber la confusión y tener paciencia. esos hijos de perra no pueden durar más que yo. esto es guerra

Thursday, January 17, 2013

En la PEEPR tradition

El Ataque De Los Monstruos

Rossana y Mariela bailaban en la calle una noche estrellada de verano. Llevaban 5 horas bailando y sus juveniles y firmes cuerpos estaban cubiertos por sudor. El fuerte olor a jovencita atrajo monstruos despiadados de las profundidades del infierno. Rossana y Mariela fueron víctimas de estos monstruos, murieron destruidas por exagerada violencia. 

El Festival De La Locura

Cristina experimentaba con drogas, se inyectaba todo lo que tenía a la mano, trabajaba en una farmacia y su aburrimiento la había hecho perder el recato y la cautela. Cristina se inyectó todo y el mundo a su al rededor se empezó a derretir y transformar y las cosas dejaron de ser como eran. Llegó a un mundo mágico lleno de colores y sentía plumas acariciar su cuerpo. Se unió a un desfile de criaturas fantásticas, marchó contenta, moviendo la cabeza y los brazos, con un mueca idiota, al ritmo de la canción, comió cosas que iban más allá de su imaginación y se subió a atracciones que la hicieron sentirse más viva que nunca. El éxtasis se apoderó de ella y la euforia incrementó cada segundo. Se volvió loca de la felicidad hasta que le explotó el corazón, se le derramó el cerebro y cayó muerta en medio de la bodega de la farmacia.

El Fin De Una Era

Miriam estaba tirada en su cama con sus paredes rosas cubiertas por pósters y fotos de un robot hecho de cajas. Lloraba del placer y del dolor. De su corazón emanaba una especie de pus provocada por eso que salía de su estéreo. La emoción la zarandeaba y sentía fuego entrar por sus orejas y quemarla toda. "Dios mío!… Cristo Jesus!" gritaba con el pecho, parecía, haciéndole explosión, con las tripas de fuera, con el intestino expuesto de tanto salvaje placer. "Maldita sea" gritó orgasmeada, nunca en sus 15 años había sentido tan rico. Vio con los pelos alborotados y recuperando el aliento, su tocadiscos. Un consolador empapado y apestoso cayó en la alfombra púrpura, se movió como un pescado recién sacado del mar y poco a poco se detuvo. Miriam se limpió el sudor, mirando intimidada su reproductor de compactos, sabía lo que esto significaba.

El Humano Del Mañana

Sofia no quería a nadie y la humanidad en su totalidad le parecía una gran colección de hijos de puta. Ella no sabía lo que buscaba, pero algo muy en su interior le decía que esperara, que un día alguien llegaría, que no perdiera la paciencia, tenía que darle chance a la evolución y entonces pasaría.

El Idiota Del Planeta

Daniela miraba a su padre lamer un enchufe, caerse por las escaleras, mearle encima a un cabrón enorme, morder ancianas, cagarse al echarse pedos, ordeñar gordas y un sin fin más de idioteces extraordinarias. La pobre muchacha se miraba en el espejo compadeciéndose, es duro ser la hija de su padre.

El Laboratorio De Las Pesadillas

Victoria trabajaba en un curioso laboratorio perdido en el bosque. Su trabajo era difícil, pero ella era buena en lo que hacía. Tenía que escribir, sentada en uno de los miles cubiculos, hoja tras hoja, de 9 a 5, de lunes a viernes, cosas malvibrosas. Acaba una hoja, la metían en un contenedor y la mandaba por un tubo. No sabía a donde iban sus hojas con mierda horrible ni que hacían con ellas. Todos los días en el largo camino a su trabajo veía a la ciudad convertirse en bosque preguntándose que harán con tanta pesadilla. Siempre había querido preguntar, pero por la pena no se atrevía.

El Pito De Satanas

Norma, en el mercado que se pone afuera de su casa, compró un curioso frasco lleno de formaldehído con un extraño pedazo de carne roja deshaciéndose. Se pasaba las tardes viendo el frasco como hipnotizada, como con ganas de comérsela a pesar que era de esas personas a las que le daba asco la mayoría de las cosas, pero como fuere lo quería dentro de ella. Apenas se contenía de sacarlo y metérselo a la boca. Muchas noches se cachó a ella misma sonámbula caminando hacia el frasco, una vez despertó y ya tenía la mano dentro. Pensó en tirarlo, pero cuando estaba apunto se arrepentía y lo regresaba a su repisa. Llegó el día en que ya no podía más, sacó la carne, la sazonó sabroso, la echó en un sartén y con verduras mixtas se la comió muy contenta.

El Regreso Del PEEPR

Beatriz y Viviana jugaban dados en el callejón. Viviana casi le había quitado todo su dinero a su amiga de años cuando notaron a una multitud de muchachas caminar en trance por la calle. "¿Qué demonios?" se preguntó Beatriz totalmente confundida. Salieron del callejón, vieron el cielo nublado excepto por claro celestial a la distancia, allá hacia donde caminaban las jovencitas. Del hoyo en las nubes salía un rayo de luz que iluminaba una casita muy mona. Las mujercitas se congregaban al rededor de la casa, se agarraban de las manos y gritaban en coro algo que no se entendía. "Esto sólo puede significar una cosa" dijo Viviana viendo a la congregación. Beatriz, con los ojos en blanco, se unió a la procesión y se dirigió a la casa. "Ha empezado" susurró Viviana dejándose llevar.

El Robot De Mis Sueños

Carmen se limpió las manos llenas de grasa y aceite y vio orgullosa, fumando un buen merecido cigarro, el fruto de su trabajo.

Para escuchar "el descenso" de PEEPR da click... AQUÍ!