Monday, January 18, 2010

un viejo yonqui

Ramón era un tipo que no oía otra cosa que illya kuryaki and the valderramas. su familia, cada navidad o cumpleaños o día de reyes, le daba un disco de la música de moda, ramón los veía con desprecio y les gritaba "ya no insistan!". era un tipo en extremo peculiar. su lema era no apegarse a la vida o cuando se muere uno la extraña. desde la secundaria, tenia una novia gordita que vendía marihuana llamada Carmela. los dos vivían en un pequeño departamento en la azotea de un viejo edificio perdido en alguna colonia de esta monstruosa ciudad. ramón no tenia que trabajar, Carmela era increíblemente buena en lo que hacia, pero de todas maneras pasaba las mañanas en un mcdonalds en la esquina de su cuadra, pacheco como jamaiquino fanático, moncheando nuggets y tomando coca cola. ramón, gracias a eso que era muy fan de illya kuryaki and the valderramas, tenia un bigote a la indígena, el cabello largo y era flaco, pero con una panza característica de esas personas que toman mucha cerveza. cuando lo encontrabas con playera normalmente era un hecha por Carmela o una de los valderramas. en su tiempo libre jugaba con su caja de ritmos, tomaba su peso en cerveza y rapeaba no muy bien. no muchas cosas le importaban, no tenia opinión sobre casi nada y, sin contar a Carmela, no tenia un solo amigo. el mundo se le hacia completamente ajeno. era como un turista extraterrestre, como un animal completamente nuevo y diferente.

una mañana, iba a trabajar cuando encontró un viejo yonqui recargado en la puerta del mcdonalds. Ramon se le quedo viendo unos segundos, el viejo, vestido de cuello a pies de blanco, lo miro también. su mirada estaba llena de sufrimiento, era la mirada de un hombre que estaba apunto de morir. sus miradas quedaron fijas una sobre la otra. se podía ver como el viejo yonqui moría lentamente. de vez en cuando, sin dejar de ver a ramón, se convulsionaba tantito y salía una pasta blanca de su boca, cayendo en su blanca y sucia barba. los ojos del viejo quedarían grabados en la mente de ramón hasta el último de sus días. esos ojos que contaban la historia de la mas jodida vida, que con unos segundos de verlos hasta el mas ingenuo entendía lo mierda que es todo y el corazón se arrugaba al pensar en el mundo que empujo a un ser humano hasta esa condición tan lamentable. y de pronto, de un segundo a otro, el viejo yonqui sacó su ultimo aliento y el muy hijo de puta se fue al infierno. ramón, ahí en la mañana, con la calle vacía, con los pajaritos gritando de dolor a su alrededor, no sabia que hacer. no se atrevía a tocar aquel viejo yonqui que resumía todo en lo que creía y tampoco tenia muchas ganas de ir a trabajar. se quito su gorra del mcdonalds, se despidió del cadáver del viejo yonqui, bajando la cabeza y cerrando los ojos, se dio la vuelta y regresó a su casa. se sentó en un sillón color vino junto a la ventana, en su sala y, con el sol de la mañana alumbrándolo, lloró, sin saber porque, la muerte de aquel viejo yonqui.

Carmela, esa tarde, lo encontró cubierto de vomito. "es hora de cambiar" fue lo que dijo ramón cuando recobró el sentido. Carmela asintió entendiendo lo que le decía. esa tarde hicieron sus maletas, tomaron los ahorros, compraron un boleto de avión a una isla perdida en el pacifico, se montaron en una lanchita y remaron hasta el punto mas alejado de todo. ahí vivieron muy felices, tuvieron muchos hijos y regresaron un día muchos años después. ramón ahora es conocido como dj droga y castiga los clubs con ritmos aprendidos en la reclusión voluntaria, productos de la más intensa reflexión, inspirados por la ultima frontera de la existencia.

OBVIAMENTE, A ILLYA KURYAKI AND THE VALDERRAMAS

Wednesday, January 06, 2010

la tragedia de no saber que eres un idiota

humberto despertó y, como todos los días, se paro después de unos minutos de dar vueltas en su cama, fue al baño y se vio detenidamente en el espejo. había pistas en su cara, algo le decian sus facciones, pero no podía poner el dedo en que era. se vistio con ropa de moda, más por reflejo que decisión, entró a la red social y, embobado, checó que hacian sus "amigos", que había de nuevo, comentó tonterias, que nadie respondia, y se fue a ver la tele a matar pasivamente el día.

su vida era un desorden, él lo sabía, lo que no sabía era porque. sin trabajo, ni escuela se pasaba los días sentado viendo la tele, programa tras programa, así corria el día, así se acercaba cada vez más a la sepultura. en la red social y la television. para él, el internet era pornografia y la red social. dos páginas lo resumian todo.

un día, la mamá de humberto, invadida por el miedo de tener que mantener a su inútil hijo el resto de su vida, habló con su familia -gente querida, ustedes saben tan bien como yo el enorme peso que cae sobre nosotros. la idea universal de la familia se ha vuelto contra nosotros y nos ha convertido en victimas. no digo que yo no sea culpable, no digo que no merezca un castigo. no sé si sea la crianza o la naturaleza, pero yo tuve que ver con las dos- por las mejillas de la mamá de humberto bajan amargas lagrimas. de pronto sus ojos estallaron con coraje -pero esto es demasiado!- gritó y señaló el cuarto de tele de donde venian las carcajadas de humberto. la famila, el padre y el hermano, la miraban serios, sabían de lo que hablaba y no podrían estar mas de acuerdo. -pero que hacer?!- dijo al final la madre dandose la vuelta, escondiendo sus lagrimas de desesperación y la más profunda y devastadora tristeza, bajando la cabeza. el padre de humberto hace mucho había pensando en una solución, pero a todos se les hacía exageradamente terrible. el padre tenía un hermano con un el mismo mal que humberto, lo mandarían con él, lo mandarían a alaska. todos asintieron, como complices de un crimen brutal, pero que debia hacerse. la madre caminó llena de valor hacía la sala de tele, apagó el televisor y le dijo a humberto, sin un rastro de sentimiento en su ser -te me vas a alaska-

meses después, humberto, que se cagaba de frio o calor todo el año, despertó, como todos los días, todo sucio. se paró y fue al baño. se vio en el espejo mugriento y revisó su cara. sus ojos, su nariz, su boca. sabía que había algo, pero no sabía realmente que.